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La bailarina que espió, Mata Hari (1876-1917)
El 15 de octubre de 1917
una bella mujer saludaba a un batallón de fusilamiento de 12 soldados.
Uno de ellos alcanzaba su corazón terminando con la vida de la doble
agente H-21. Moría Margaretha Geertruida Zelle, conocida por todos como
Mata Hari.
Origen humilde, grandes pretensiones
Margaretha Geertruida
Zelle nació el 7 de agosto de 1876 en Leeuwarden, en los Países Bajos,
en el seno de una familia de clase media. Su padre, Adam Zelle, a pesar
de ser un humilde sombrerero, era conocido entre sus allegados como el
Barón, por sus extravagantes delirios de grandeza. Es posible que la
actitud de su padre influyera en el carácter de su hija, quien pronto
empezó también a mostrar una actitud prepotente ante los demás.
Ya en el colegio donde su
padre la matriculó a los 6 años, el más caro de la ciudad, fue objeto de
burlas por su actitud fuera de lo común. Algo que a Margaretha no
pareció importarle.
Pronto empezó también a
mostrar sus dotes de seductora en la Escuela Normal de Lyden, donde fue
trasladada tras la ruina del negocio de su padre y la muerte de su
madre.
Origen javanés
La madre de Margaretha
tenía ascendencias javanesas. Fallecida cuando la joven tenía poco más
de 15 años, utilizó ese exótico origen para iniciar un cúmulo de
invenciones acerca de su vida que no cejarían hasta su muerte.
Pasión por los soldados
Margaretha nunca escondió
su predilección por los hombres de armas. Su pasión llegó hasta el punto
de contraer matrimonio con un militar al que ni siquiera conocía.
Cuando tenía 18 años respondió a un anuncio de prensa de un oficial
holandés alcohólico y asiduo a los burdeles llamado Rudolf John McLeod.
Se casaron cuando ella tenía 19 años y el 20 más.
Tras el nacimiento de su
hija se trasladaron a vivir a las Indias Orientales donde Margaretha se
entusiasmó aun más con sus orígenes maternos.
La pareja vivió unos años
felices en los que nació su segundo hijo. Pero la extraña muerte del
bebé supuestamente envenenado a manos de una niñera desequilibrada
enfrentada con su marido, la relación empezó a deteriorarse. De vuelta a
Europa, la vida disipada en oriente fue la excusa perfecta para
arrebatarle la custodia de su hija a Margaretha. Sola, en París, estaba
preparada para convertirse en Mata Hari.
La Pupila de la Aurora
Tras un fallido intento de
convertirse en modelo de moda, Margaretha utilizó su ascendente
oriental y se inventó a Mata Hari. Desde presentarse como una princesa
proveniente de Java a ser hija de una “gloriosa bayadera del templo de
Kanda Swandi" y todo tipo de historias fascinantes fueron la carta de
presentación de Mata Hari, cuyo significado era la Pupila de la Aurora.
Pero lo cierto fue que sus espectáculos se llenaban gracias a sus bailes
con escasez de ropa y consiguió mantener un alto nivel de vida al
ejercer como cortesana de lujo.
La Agente H-21
Había estallado la Primera
Guerra Mundial cuando Mata Hari se encontraba en Berlín donde en aquel
tiempo era amante del jefe de policía de la capital alemana. Poco tiempo
después inició una nueva relación, esta vez con el cónsul alemán en
Amsterdam y jefe del espionaje de su país. Fue este cónsul, Kraemer,
quien introdujo a Mata Hari en el mundo del espionaje internacional bajo
el nombre de Agente H-21.
A cambio de grandes sumas
de dinero, Mata Hari aceptó recabar información militar de Francia. Pero
estando en París, contactó con el jefe del Servicio de Espionaje y
Contraespionaje Francés, el capitán Ladoux convirtiéndose en ese momento
en una agente doble.
Mata Hari nunca tuvo miedo
de las consecuencias de trabajar para ambos bandos. Su orgullo y quizás
un punto de inconsciencia la llevó a pensar que sus amigos y amantes de
las altas esferas nunca dejarían que le pasara nada. Pero no fue así.
Cuando Francia empezó a
sospechar de su doble actividad le puso una trampa en la que Mata Hari
cayó de pleno. Cuando la división francesa de contraespionaje consiguió
descubrir que Mata Hari y el Agente H-21 eran la misma persona
procedieron a su detención en una de sus estancias en París. Tras un
juicio más que dudoso de un tribunal militar, los días 24 y 25 de julio
de 1917, fue condenada a muerte.
Una ejecución de leyenda
La ejecución de Mata Hari
está envuelta de datos no corroborados. Entre ellos que no aceptó
taparse los ojos con una venda o que saludó al pelotón con un beso de
despedida. Lo cierto fue que cuatro de las 12 balas alcanzaron su
cuerpo, una de ellas en su corazón. Murió en el acto. Era el 15 de
octubre de 1917.
Su cuerpo, que no fue
reclamado por nadie, fue utilizado por los estudiantes de medicina, algo
que se hacía normalmente con los ajusticiados. Sólo se salvó su cabeza,
que fue embalsamada y expuesta en el Museo de Criminales de Francia
hasta 1958, cuando alguien la robó para no ser devuelta jamás.
Chivo expiatorio, espía
inocente, bailarina culpable, lo cierto es que Mata Hari arriesgó su
vida sin ser demasiado consciente de ello. Su muerte, sin embargo, dio
paso al mito de una de las mujeres más enigmáticas de principios del
siglo XX. Un enigma que ella misma se encargó de extender.
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