http://www.mujeresenlahistoria.com/2011/06/inventandose-si-misma-la-bella-otero.html
Inventándose a sí misma, La Bella Otero (1868-1965)
Se llamaba Agustina y
había nacido en un pueblo de Galicia. Pero la Bella Otero, tras una
infancia truncada, no sólo cambió su nombre por el de Catalina, sino que
creó a su alrededor una vida de ficción y se vendió a sí misma como una
gran cantante y bailarina. Agustina se reinventaría para sobrevivir.
Una infancia triste
Agustina Carolina Otero Iglesias había nacido en Ponte de Valga, Pontevedra, el 4 de noviembre de 1868. Era hija de una madre soltera, de la que cogió sus dos apellidos. Nunca conoció a su padre.
La madre de Agustina no
dio a la pequeña una buena educación y no se preocupó demasiado de su
bienestar. A pesar de ser una niña alegre, a los diez años sufrió una
agresión sexual que acentuó su carácter fuerte y rebelde.
De Agustina a Carolina
Con 14 años Agustina se
fugó con un joven del que se había enamorado y no volvió nunca más a su
pueblo natal. Bailando en un local nocturno, el dueño del mismo le
ofreció su primer contrato. A partir de entonces, la joven dejó de
llamarse Agustina para darse a conocer como Carolina Otero.
A partir de entonces
empezó un largo periplo por distintas ciudades españolas y europeas en
las que trabajó como bailarina y llegó a ejercer la prostitución. Tras
la desaparición de su joven amante, que supuso su primer desengaño
amoroso, Carolina había llegado hasta Barcelona. Allí, en 1888 conoció a
un banquero quien, prendado de la bella bailarina, la llevó hasta
Marsella. Fuen entonces Carolina quien abandonó a su rico descubridor y
empezó su ascenso artístico.
De Carolina a La Bella Otero
Carolina, conocida
entonces como la Bella Otero, creó su propio personaje. Acentuó su
origen español, considerado exótico más allá de los Pirineos, y se
inventó unas raices gitanas y andaluzas. Carolina inventó todo tipo de
historias acerca de su vida que llegaron a considerarse como verdaderas
durante mucho tiempo después.
Reina del Folies-Bergère
Era cuestión de tiempo que
la Bella Otero consiguiera actuar en el famoso Folies-Bergère y se
convirtiera en un auténico icono de la Belle Epoque. Pero
su camino a la fama no fue sólo fruto de su talento como bailarina,
cantante y actriz. Carolina no tuvo problemas en prostituirse y
acercarse a hombres influyentes que le dieran lo que ella quería.
Viajó
por medio mundo y llegó a ser amante reyes como Leopoldo II de Bélgica o
Eduardo VII de Inglaterra y políticos como Aristide Briand.
La ruina en los casinos
La
Bella Otero llegó a acumular una importante fortuna en dinero y joyas
que su afición al juego se encargó de hacer desaparecer. Carolina perdió
prácticamente todo en los casinos más importantes de Europa, entre
ellos en el Montecarlo.
De
hecho fue este casino el que le pasó una pensión de por vida por los
millones que le había reportado. La Bella Otero se retiró de la vida
pública en 1910 y se trasladó a vivir a Niza. Murió sola 55 años
después. El poco dinero que le quedaba, cerca de 600 francos, fueron
donados a las familias más pobres de su pueblo natal al que nunca
volvió. Falleció el 12 de abril de 1965
No hay comentarios:
Publicar un comentario