http://acento.com.do/2016/cultura/8396187-terror-violencia-los-doce-anos-la-muerte-del-estudiante-salomon-lama-1969/
El fanatismo terrorista contra la población
civil tenía sus más cercanas referencias en la conflagración
cívico-militar de 1965, en la que fuerzas elites,aun con el apoyo de
los soldados norteamericanos, fueron virtualmente derrotadas por el
“pueblo en armas”.
Foto: Las manos
ensangrentadas del sector que el presidente Balaguer bautizó como “los
incontrolables” dentro de su gobierno, habían asesinado a numerosos
jóvenes, entre ellos al estudiante universitario Salomón Nicolás Lama
Beras.
SANTO DOMINGO, República Dominicana.-En noviembre de 1969, faltando meses para las elecciones de mayo de 1970, la sombra del terror iba arropando la República Dominicana. Las manos ensangrentadas del sector que el presidente Balaguer bautizó como “los incontrolables” dentro de su gobierno, habían asesinado a numerosos jóvenes, entre ellos al estudiante universitario Salomón Nicolás Lama Beras.
Concluía el primer período de gobierno de los “doce años”, en los que el doctor Joaquín Balaguer gobernó de manera continua amparándose en el fraude electoral, la represión, el crimen y el poder de las Fuerzas Armadas. Su largo mandato, que concluyó en 1978, se caracterizó por la violencia política, ejercida de manera especial por sectores militares y Policiales contra los opositores. El fanatismo terrorista contra la población civil tenía sus más cercanas referencias en la conflagración cívico-militar de 1965, en la que fuerzas elites,aun con el apoyo de los soldados norteamericanos, fueron virtualmente derrotadas por el “pueblo en armas”.
También incidió en el clima de intimidación generalizada, las acciones de algunoscombatientes organizados en partidos de izquierda que, terminada la guerra y desintegrados los Comandos, preservaron sus armas de fuego, a la espera del inminente estallido revolucionario que coronarasus sueños libertarios, de fundar una República Dominicana socialista, al estilo de la Cuba de Fidel Castro. Esos militantes y sus agrupaciones políticas, se concentraron en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y la convirtieron en escenario para dirimir su “colonialismo ideológico” en el supuesto entendido de que ellos eran los llamados a dirigir la revolución esperada, similar a la de Fidel Castro, Mao TseTung, EnverHoxha, la Unión Soviética, Corea del Norte, o al estilo debraista, guevarista y camilista.
Esas organizaciones, que se autodefinían como “comunistas”, muchas veces llevaron el desasosiego al campus universitario y se enfrentaron una contra otras con armas de guerra, pensando que “estaban haciendo la revolución”. Por igual, algunos partidos de izquierda procedieron a asaltar empresas privadas en busca de recursos económicos y a desarmar y matar algunos policías y militares; pero en sentido general, la violencia más encarnizada fue practicada por los grupos paramilitares enraizados en la estructura del gobierno.
Ese era el ambiente vivido por los dominicanos en los primeros años de gobierno del doctor Joaquín Balaguer, quien desde finales de 1968 comenzó a dar signos de su interés en continuar gobernando por encima de la voluntad popular, que parecía se expresaría en su contra en las elecciones del 16 de mayo de 1970. En brazos de la reelección presidencial, el mandatario perdió todos los escrúpulos y permitió desde su gobierno, la persecución política y el crimen generalizado. Con el control de la Junta Central Electoral, los dirigentes del Partido Reformista procedieron a organizar el fraude contra el Partido Revolucionario Dominicano, el Partido Quisqueyano Demócrata y otras fuerzas que se preparaban para participar en el certamen electoral: Reelección, fraude electoral, terrorismo y la utilización de las Fuerzas Armadas a favor de la prolongación del mandato, sirvieron para sustentarla plataforma del triunfo de Balaguer.
Para 1969 las cárceles comenzaban a llenarse de presos políticos, las desapariciones yasesinatos de jóvenes en medio de las noches se hicieron noticias cotidiana,mientras el PRD promovía la formación de un frente para apoyar la tesis de Juan Bosch, que desde España era partidario de la implantación de un nuevo tipo de gobierno que él llamaba “dictadura con respaldo popular”. El auge de las movilizaciones y la relativa aceptación de la propuesta del Profesor Bosch, sirvió para que desde el gobierno se azuzara a los militares diciéndoles que el PRD y la oposición intentaban imponer una dictadura comunista en República Dominicana. El ambiente se hizo desolador y las calles y barrios de las principales ciudades se fueron convirtiendo en riachuelos alimentados con la sangre de jóvenes que todavía no alcanzaban los 25 años de edad.
Eran días terribles para la familia dominicana y las madres esperaban llenas de miedo, mirando hacia lo lejos, las llegadas delos hijos que retornaban del trabajo, de las escuelas públicas y de la Universidad. Pero en esta última, la situación interna era también de incertidumbre y no había un solo día en que alguna situación se convirtiera en preocupación de la comunidad.
Por ejemplo, tres días antes de la muerte del estudiante universitario Salomón Lama,un gran tumulto, acompañado de disparos y amenazas del lanzamiento de granadas, intranquilizó la Academia.
El alarmante hecho, que fue repudiado por los universitarios, fue escenificado por el Movimiento Popular Dominicano, el Pacoredo y el Partido Comunista Dominicano. Esta situación hizo que se recordara el asesinato del joven José María Fadul y Fadul el 21 de junio de 1968, en medio de la lucha armada entre losizquierdistas; peroLama no fue asesinado en la UASD, sino a tres esquinas de su residencia y a manos de “los incontrolables” del gobierno de Balaguer.
Elmismo día en que murió el estudiante universitario, también fue asesinado en el Ensanche Espaillat, el médico-ginecólogo Edmundo Cuello, quien era mayor de las Fuerzas Armadas. El oficial estaba dedicado a su profesión, alejado de la política, tanto que durante la guerra civil de 1965 se quedó viviendo en la zona constitucionalista de donde salía para ir a sus servicios en hospitales de la zona controlada por los soldados de Elias Wessin y Wessin, y cuando la situación lo requería también prestaba sus servicios en el hospital Padre Billini. Sin embargo, “desconocidos” pusieron fin a su vida, como si se quisiera sumar una vida más al clima de terror.
La noche del 20 de noviembre de 1969, a las 10:45, las manos tenebrosas de los incontrolables alcanzaron al joven estudiante de Ingeniera. A la hora de su muerte, Lama Beras tenía vínculos con un sector de izquierda dentro del Partido Revolucionario Social Cristiano y con el Movimiento Ecuménico Cristiano. Con 21 años de edad, residía en la calle Ernesto Gómez no. 2, y laboraba en el Ayuntamiento del Distrito Nacional. Los asesinos esperaron que el estudiante fuera a la estación de expendio de gasolina ubicada en la Avenida Duarte concalle Pedro Libio Cedeño, donde acostumbraba a guardar su vehículo Wolskwagen, y en una acción que todavía no tiene explicación, lo asesinaron de varios disparos y luego huyeron del lugar.
Las ceremonias fúnebres fueron realizadas en la Protectora La Altagracia en la Avenida Bolívar. Desde allí, acompañado de una multitud de estudiantes, amigos y compañeros, los restos de Salomón Lama fue llevado al cementerio nacional de la Máximo Gómez al comenzar la tarde del 21 de noviembre.
Medios de comunicación, escritos y radiales, así como sus padres y la Universidad Autónoma, reclamaron que las autoridades dieran con los asesinos. El jefe de la policía general Rafael Guillermo Guzmán Acosta declaró a la prensa queel crimense estaba investigando, expresando que los desconocidos viajaban en un vehículo de color negro, del cual hicieron los dispararos, pero todavía nohabía sido localizado, “pese a las diligencias hechas en ese sentido”. (Véase “Faltan pistas de crímenes. El Nacional, 22 de noviembre 1969). El doctor Balaguer, por su parte, envió a los familiares un telegrama de condolencia y calificó el crimen como “reprochable”, añadiendo que estaba profundamente conmovido “por el hecho de barbarie”.
Mientras el mandatorio expresaba su pesar por el crimen, la policía de la ciudad de Santiago procedía a rodear el local del Sindicato de Choferes UNACHOSIN, para impedir una asamblea de mujeres organizada con el fin de denunciar el terrorismo y la represión. En la reunión hablaría Gladys Gutiérrez de Segarra, cuyo esposo, Henry Segarra Santos, había sido misteriosamente desaparecido el 25 de julio, mientras se encontraba detenido en la Policía.
Posiblemente la nota más expresiva de la situación que se estaba viviendo, en la pavorosa cotidianidad de los dominicanos, la trajo la revista Ahora!del 1ro.de diciembre, acusando al doctor Balaguer de irresponsable, por no actuar contra los “incontrolables” de su gobierno y ponerle fin a la ola de terror:
“Lo que parece estar causando mayor preocupación y consternada alarma (…), es la impunidad en que permanecen los autores de la prolongada ola de atentados terroristas, así como el hecho insólito de que el propio presidente de la República haya admitido que existen fuerzas incontrolables dentro de su gobierno y que, además, él las conoce, sin que, no obstante eso, sean sometidas a los tribunales de la República por una alegada imposibilidad de conseguir las pruebas que demuestren la culpabilidad de cada uno. El hecho de que sepa quienes perpetran los crímenes y que a pesar de ello no haya sido posible obtener las pruebas y presentarlas a la justicia, resulta en sí mismo—se añade—una prueba tremenda: la prueba de la incapacidad del gobierno para ponerle coto al terror. Y si esa es la realidad –prácticamente confesada–¿Quién puede esperarse que les sujete la mano a las fuerzas incontrolables cuando éstas arrecien sus desmanes antidemocráticos en plena campaña electoral contra cualquier candidatura que no resulte de su agrado o conveniencia?. Los dos brutales asesinatos de la semana pasada que segaron las vidas del mayor del ejército, Cuello Serra y del estudiante de la UASD, SalomónLama, no han hecho más que confirmar estas aprensiones, por las inquietantes circunstancias que rodean a ambos sucesos”. (Véase “Alto al terrorismo”. Revista Ahora, 361, 1 diciembre 1969
La violencia y el terror apenas estaban comenzando. Con la muerte de Salomón Lama y las desapariciones de Guido Gil y Henry Segarra, entre los casos más sonados, las primeras páginas de los periódicos se convirtieron en esquelas mortuorias permanentes. La represión y el terrorismo no terminarían sino en 1978, cuando el pueblo cansado de tanto luto y dolor, puso fin al continuismo de Balaguer; pero esa es otra historia que esperamos contarle en próximas entregas de estas “Crónicas de los doce años”.
(Para este artículo,correspondiente a las “Crónicas de los doce años”, se utilizaron las siguientes fuentes: “Una multitud dolida va a sepelio de Lama”. El Nacional, 21 de noviembre 1969; “Dan muerte frente a su residencia a un médico del Ejercito Nacional”. El Caribe, 21 de noviembre de 1969; “Faltan pistas de crímenes”. El Nacional, 22 de noviembre 1969; “Alto al terrorismo”. Revista Ahora! Número 316, 1 de diciembre 1969).
Terror y violencia en los “doce años”: La muerte del estudiante Salomón Lama en 1969
SANTO DOMINGO, República Dominicana.-En noviembre de 1969, faltando meses para las elecciones de mayo de 1970, la sombra del terror iba arropando la República Dominicana. Las manos ensangrentadas del sector que el presidente Balaguer bautizó como “los incontrolables” dentro de su gobierno, habían asesinado a numerosos jóvenes, entre ellos al estudiante universitario Salomón Nicolás Lama Beras.
Concluía el primer período de gobierno de los “doce años”, en los que el doctor Joaquín Balaguer gobernó de manera continua amparándose en el fraude electoral, la represión, el crimen y el poder de las Fuerzas Armadas. Su largo mandato, que concluyó en 1978, se caracterizó por la violencia política, ejercida de manera especial por sectores militares y Policiales contra los opositores. El fanatismo terrorista contra la población civil tenía sus más cercanas referencias en la conflagración cívico-militar de 1965, en la que fuerzas elites,aun con el apoyo de los soldados norteamericanos, fueron virtualmente derrotadas por el “pueblo en armas”.
También incidió en el clima de intimidación generalizada, las acciones de algunoscombatientes organizados en partidos de izquierda que, terminada la guerra y desintegrados los Comandos, preservaron sus armas de fuego, a la espera del inminente estallido revolucionario que coronarasus sueños libertarios, de fundar una República Dominicana socialista, al estilo de la Cuba de Fidel Castro. Esos militantes y sus agrupaciones políticas, se concentraron en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y la convirtieron en escenario para dirimir su “colonialismo ideológico” en el supuesto entendido de que ellos eran los llamados a dirigir la revolución esperada, similar a la de Fidel Castro, Mao TseTung, EnverHoxha, la Unión Soviética, Corea del Norte, o al estilo debraista, guevarista y camilista.
Esas organizaciones, que se autodefinían como “comunistas”, muchas veces llevaron el desasosiego al campus universitario y se enfrentaron una contra otras con armas de guerra, pensando que “estaban haciendo la revolución”. Por igual, algunos partidos de izquierda procedieron a asaltar empresas privadas en busca de recursos económicos y a desarmar y matar algunos policías y militares; pero en sentido general, la violencia más encarnizada fue practicada por los grupos paramilitares enraizados en la estructura del gobierno.
Ese era el ambiente vivido por los dominicanos en los primeros años de gobierno del doctor Joaquín Balaguer, quien desde finales de 1968 comenzó a dar signos de su interés en continuar gobernando por encima de la voluntad popular, que parecía se expresaría en su contra en las elecciones del 16 de mayo de 1970. En brazos de la reelección presidencial, el mandatario perdió todos los escrúpulos y permitió desde su gobierno, la persecución política y el crimen generalizado. Con el control de la Junta Central Electoral, los dirigentes del Partido Reformista procedieron a organizar el fraude contra el Partido Revolucionario Dominicano, el Partido Quisqueyano Demócrata y otras fuerzas que se preparaban para participar en el certamen electoral: Reelección, fraude electoral, terrorismo y la utilización de las Fuerzas Armadas a favor de la prolongación del mandato, sirvieron para sustentarla plataforma del triunfo de Balaguer.
Para 1969 las cárceles comenzaban a llenarse de presos políticos, las desapariciones yasesinatos de jóvenes en medio de las noches se hicieron noticias cotidiana,mientras el PRD promovía la formación de un frente para apoyar la tesis de Juan Bosch, que desde España era partidario de la implantación de un nuevo tipo de gobierno que él llamaba “dictadura con respaldo popular”. El auge de las movilizaciones y la relativa aceptación de la propuesta del Profesor Bosch, sirvió para que desde el gobierno se azuzara a los militares diciéndoles que el PRD y la oposición intentaban imponer una dictadura comunista en República Dominicana. El ambiente se hizo desolador y las calles y barrios de las principales ciudades se fueron convirtiendo en riachuelos alimentados con la sangre de jóvenes que todavía no alcanzaban los 25 años de edad.
Eran días terribles para la familia dominicana y las madres esperaban llenas de miedo, mirando hacia lo lejos, las llegadas delos hijos que retornaban del trabajo, de las escuelas públicas y de la Universidad. Pero en esta última, la situación interna era también de incertidumbre y no había un solo día en que alguna situación se convirtiera en preocupación de la comunidad.
Por ejemplo, tres días antes de la muerte del estudiante universitario Salomón Lama,un gran tumulto, acompañado de disparos y amenazas del lanzamiento de granadas, intranquilizó la Academia.
El alarmante hecho, que fue repudiado por los universitarios, fue escenificado por el Movimiento Popular Dominicano, el Pacoredo y el Partido Comunista Dominicano. Esta situación hizo que se recordara el asesinato del joven José María Fadul y Fadul el 21 de junio de 1968, en medio de la lucha armada entre losizquierdistas; peroLama no fue asesinado en la UASD, sino a tres esquinas de su residencia y a manos de “los incontrolables” del gobierno de Balaguer.
Elmismo día en que murió el estudiante universitario, también fue asesinado en el Ensanche Espaillat, el médico-ginecólogo Edmundo Cuello, quien era mayor de las Fuerzas Armadas. El oficial estaba dedicado a su profesión, alejado de la política, tanto que durante la guerra civil de 1965 se quedó viviendo en la zona constitucionalista de donde salía para ir a sus servicios en hospitales de la zona controlada por los soldados de Elias Wessin y Wessin, y cuando la situación lo requería también prestaba sus servicios en el hospital Padre Billini. Sin embargo, “desconocidos” pusieron fin a su vida, como si se quisiera sumar una vida más al clima de terror.
La noche del 20 de noviembre de 1969, a las 10:45, las manos tenebrosas de los incontrolables alcanzaron al joven estudiante de Ingeniera. A la hora de su muerte, Lama Beras tenía vínculos con un sector de izquierda dentro del Partido Revolucionario Social Cristiano y con el Movimiento Ecuménico Cristiano. Con 21 años de edad, residía en la calle Ernesto Gómez no. 2, y laboraba en el Ayuntamiento del Distrito Nacional. Los asesinos esperaron que el estudiante fuera a la estación de expendio de gasolina ubicada en la Avenida Duarte concalle Pedro Libio Cedeño, donde acostumbraba a guardar su vehículo Wolskwagen, y en una acción que todavía no tiene explicación, lo asesinaron de varios disparos y luego huyeron del lugar.
Las ceremonias fúnebres fueron realizadas en la Protectora La Altagracia en la Avenida Bolívar. Desde allí, acompañado de una multitud de estudiantes, amigos y compañeros, los restos de Salomón Lama fue llevado al cementerio nacional de la Máximo Gómez al comenzar la tarde del 21 de noviembre.
Medios de comunicación, escritos y radiales, así como sus padres y la Universidad Autónoma, reclamaron que las autoridades dieran con los asesinos. El jefe de la policía general Rafael Guillermo Guzmán Acosta declaró a la prensa queel crimense estaba investigando, expresando que los desconocidos viajaban en un vehículo de color negro, del cual hicieron los dispararos, pero todavía nohabía sido localizado, “pese a las diligencias hechas en ese sentido”. (Véase “Faltan pistas de crímenes. El Nacional, 22 de noviembre 1969). El doctor Balaguer, por su parte, envió a los familiares un telegrama de condolencia y calificó el crimen como “reprochable”, añadiendo que estaba profundamente conmovido “por el hecho de barbarie”.
Mientras el mandatorio expresaba su pesar por el crimen, la policía de la ciudad de Santiago procedía a rodear el local del Sindicato de Choferes UNACHOSIN, para impedir una asamblea de mujeres organizada con el fin de denunciar el terrorismo y la represión. En la reunión hablaría Gladys Gutiérrez de Segarra, cuyo esposo, Henry Segarra Santos, había sido misteriosamente desaparecido el 25 de julio, mientras se encontraba detenido en la Policía.
Posiblemente la nota más expresiva de la situación que se estaba viviendo, en la pavorosa cotidianidad de los dominicanos, la trajo la revista Ahora!del 1ro.de diciembre, acusando al doctor Balaguer de irresponsable, por no actuar contra los “incontrolables” de su gobierno y ponerle fin a la ola de terror:
“Lo que parece estar causando mayor preocupación y consternada alarma (…), es la impunidad en que permanecen los autores de la prolongada ola de atentados terroristas, así como el hecho insólito de que el propio presidente de la República haya admitido que existen fuerzas incontrolables dentro de su gobierno y que, además, él las conoce, sin que, no obstante eso, sean sometidas a los tribunales de la República por una alegada imposibilidad de conseguir las pruebas que demuestren la culpabilidad de cada uno. El hecho de que sepa quienes perpetran los crímenes y que a pesar de ello no haya sido posible obtener las pruebas y presentarlas a la justicia, resulta en sí mismo—se añade—una prueba tremenda: la prueba de la incapacidad del gobierno para ponerle coto al terror. Y si esa es la realidad –prácticamente confesada–¿Quién puede esperarse que les sujete la mano a las fuerzas incontrolables cuando éstas arrecien sus desmanes antidemocráticos en plena campaña electoral contra cualquier candidatura que no resulte de su agrado o conveniencia?. Los dos brutales asesinatos de la semana pasada que segaron las vidas del mayor del ejército, Cuello Serra y del estudiante de la UASD, SalomónLama, no han hecho más que confirmar estas aprensiones, por las inquietantes circunstancias que rodean a ambos sucesos”. (Véase “Alto al terrorismo”. Revista Ahora, 361, 1 diciembre 1969
La violencia y el terror apenas estaban comenzando. Con la muerte de Salomón Lama y las desapariciones de Guido Gil y Henry Segarra, entre los casos más sonados, las primeras páginas de los periódicos se convirtieron en esquelas mortuorias permanentes. La represión y el terrorismo no terminarían sino en 1978, cuando el pueblo cansado de tanto luto y dolor, puso fin al continuismo de Balaguer; pero esa es otra historia que esperamos contarle en próximas entregas de estas “Crónicas de los doce años”.
(Para este artículo,correspondiente a las “Crónicas de los doce años”, se utilizaron las siguientes fuentes: “Una multitud dolida va a sepelio de Lama”. El Nacional, 21 de noviembre 1969; “Dan muerte frente a su residencia a un médico del Ejercito Nacional”. El Caribe, 21 de noviembre de 1969; “Faltan pistas de crímenes”. El Nacional, 22 de noviembre 1969; “Alto al terrorismo”. Revista Ahora! Número 316, 1 de diciembre 1969).
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