SaMun
http://www.mercaba.org/Mundi/4/milenarismo.htm
M. es la
expectación de un reino milenario de Cristo en la tierra, el cual ha de preceder
al juicio final. Las concepciones que sirven de base a esa expectación han
adoptado diversas formas en el curso de la historia.
1. El origen
bíblico del milenarismo
La base inmediata
para el m. es Ap 20, 1-15. Una vez que el vidente ha descrito la caída de
Babilonia, narra cómo un ángel encadena a Satanás y lo arroja al abismo
para mil años. Después resucitan los muertos; ésta es la primera resurrección.
Los justos reinarán con Cristo mil años en la tierra; y en ese tiempo el mal
estará encadenado. Después Satanás quedará libre por breve tiempo para hacer la
última embestida contra el reino de Dios, pero entonces experimentará su derrota
definitiva. Luego ha de seguir la resurrección general: la «segunda
resurrección» junto con el juicio final.
En el primer siglo
cristiano este relato fue interpretado en el sentido de las representaciones
judeo-apocalípticas. La literatura apócrifa judía presenta la venida del Mesías
como principio de un tiempo perenne de abundancia y felicidad materiales para
Israel. Desde final del siglo i d.C. algunos escritores defienden que a un
reinado intermedio — temporalmente limitado — del Mesías seguirán el juicio
final y el perfeccionamiento de todas las cosas. Según testimonios rabínicos más
antiguos la duración de este reino será de 1000 años, que han de seguir a los
6000 años de esperanza del Mesías, en correspondencia con los seis días de la
creación (pues, según el Sal 90 [89], 4, ante Dios mil años son como un día).
Según esa concepción el séptimo milenio es el tiempo de descanso para los
justos, prefigurado en el descanso de Dios después de la creación.
II. La evolución
histórica
Si resumimos los
diversos elementos relativos al m., que se hallan dispersos sobre todo en la
primitiva literatura cristiana, llegamos al siguiente esquema: a) segunda venida
de Cristo en la gloria. b) primera resurrección (sólo de los justos); c) juicio
universal (para los pueblos en su totalidad, no para los individuos); d) reino
mesiánico de mil años; e) segunda resurrección (para todos los demás
hombres); f) juicio final (para cada uno personalmente); g) destino
eterno (premio o castigo).
1. Antigüedad
Hasta la segunda
mitad del siglo Iv en la Iglesia occidental se defendió un m. de manera
casi general, y a veces también en la oriental. Jerónimo y Agustín prepararon el
final del m.; contribuyó también a ello el hecho de que, en lugar de las
tribulaciones y persecuciones iniciales de la Iglesia, desde Constantino se
introdujeron el reconocimiento y la seguridad, lo cual hizo que se atenuaran las
esperanzas escatológicas. También la filosofía griega (cf. Clemente de
Alejandría, Orígenes) rechazó las representaciones excesivamente concretas del
m., tal como se hallan, p. ej., durante el siglo u en los representantes de un
m. craso, sobre todo en Cerinto y, en parte, también en Papías (cf. IRENEO,
Adv. haer. v 33, 3). Este m., que bajo el influjo directo del judaísmo hacía
consistir la felicidad en los goces sensibles, desde el siglo iv perdió su poder
en la Iglesia.
Pero no sucedió lo
mismo con el m. moderado, según el cual los justos después de la primera
resurrección ni se casarán ni estarán sometidos al hambre y al dolor, y la
felicidad misma será de índole espiritual (p. ej., TERTULIANO, Adv.
Marc. Hi 24). Agustín (f 430) identificó el reino milenario con el tiempo
entre la resurrección de Cristo y su parusía (cf. De civ. Dei xx 7ss).
La primera resurrección del Ap es, según él, el nuevo nacimiento en el
bautismo y la operación de la gracia. La prisión de Satanás significa la derrota
que el príncipe de este mundo sufre con la redención del género humano por
Cristo. El reino de Cristo es la Iglesia que existe en el mundo; sus miembros
reinan con el Señor, pues poseen ya en la tierra el esplendor de la gloria
celeste (cf. Ef 1, 14). Este reino tiene la duración simbólica de 1000 años, un
período de tiempo perfectamente cerrado en sí mismo. La liberación del enemigo
infernal en los últimos días simboliza las últimas persecuciones de la Iglesia
provocados por Satanás. La «segunda resurrección» es la revivificación de los
cuerpos al final del mundo (por tanto, la primera resurrección es espiritual y
la segunda corporal).
2. Edad media
Aunque
esencialmente se impuso en la Iglesia la interpretación simbólica del Ap en
virtud de la autoridad de Agustín, no obstante después de él se produjeron
nuevamente interpretaciones que entendían el texto como una predicción de
acontecimientos concretos. La más influyente fue la de Joaquín de Fiore (t 1202)
que defendía un reino milenario del Espíritu Santo y predecía para el año 1260
la venida del reino de Dios. Su comentario del Ap influyó sobre todo en los
espirituales franciscanos y, más tarde, también en el - husismo y en el
movimiento de los anabaptistas.
3. Edad moderna
Desde el siglo xvi
el m. perdura sobre todo en sectas que anuncian una súbita irrupción del reino
de Cristo. Son dignos de mención: los anabaptistas (s. xvi); los hermanos
bohemos (s. xvi), una determinada dirección del -~ pietismo, los adventistas y
mormones (s. xix), los testigos de Jehová y los «amigos del Eterno» (s. xx).
Sobre la
legitimidad de un m. moderado en la Iglesia, que es la forma más corriente y,
normalmente, cuenta con un reino de Cristo y sus santos en la tierra, la Santa
Sede decidió en 1944: «El sistema del m. moderado no puede enseñarse sin peligro
para la fe» (AAS 36 [1944] 212; Dz 2296). Esta toma de posición concuerda con la
doctrina general de la tradición atestiguada, p. ej., en Tomás de Aquino (ST In
suppl. q. 77 a. 1 y 4) y después en Roberto Belarmino (De
Romano Pontifice 117).
III.
Enjuiciamiento
La dificultad en
ofrecer una interpretación clara y general de Ap 20 (cf. p. ej., Scheel, Schmaus
y Althaus), favorece una y otra vez las especulaciones milenarias de toda clase.
Por diferentes que éstas sean, es común a ellas el intento de dividir la
historia de la salvación y la condenación en períodos basándose en una
concepción preestablecida, e igualmente de calcular el posible punto final de
esa historia, el cual daría unidad y sentido a la totalidad del proceso
histórico. Esta tendencia aparece todavía en formas secularizadas del
milenarismo.
BIBLIOGRAFIA:
además de los comentarios al Apocalipsis, cf.: DThC X 1760-1763;
A. Wikenhauser,
Die Herkunft der Idee des Tausendjährigen Reiches
in der Joh.-Apk: RQ 45 (1937) 1-24; ECatt VIII 1009 ss; RAC
II 1073-1078; H. Bietenhard, Das tausendjährige Reich. Eine biblisch-theologische
Studie (Z 21955); P. Althaus, Die letzten Dinge (Gii 61956);
RGG3 I 1651 ss;
Schmaus D IV/2; N. Cohn, The Pursuit of the Millennium (Lo 1957);
W. E. Mahlmann, Chiliasmus und Nativismus (B 1961); H. Schumacher,
Das tausendjährige Königreich Christi auf Erden (St 1964); B. Töpfer, Das
kommende Reich des Friedens. Zur Entwicklung chiliastischer Zukunftshoffnungen
im Hoch-MA (B 1964).
Estévao
Bettencourt
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