Manuel Rodríguez Objío
Manuel Rodríguez Objío
Manuel Rodríguez Objío (1838-1871). Poeta, restaurador, ministro e historiador dominicano.
Nació el 19 de diciembre en Santo 
Domingo. Sus padres, Andrés Rodríguez y Bernarda Objío, vivían de los 
ingresos de un pequeño negocio. A los cuatro años de edad murió su padre
 y fue con su madre a residir a Azua, donde hizo sus primeros estudios. A
 los catorce años de edad fue dependiente de comercio en Santo Domingo, 
con lo que pagó su enseñanza en el Colegio de San Buenaventura, con 
maestros como el padre Gaspar Hernández, Alejandro Angulo Guridi y Félix
 María del Monte, entre otros.
Con dotes para la poesía, formó parte de
 la Sociedad Literaria Amantes de las Letras, e integró la generación de
 intelectuales a la que pertenecieron Manuel de Jesús Galván, Emiliano 
Tejera, Apolinar Perdomo. En 1857, con motivo de la rebelión de Pedro 
Santana contra el presidente Buenaventura Báez, tomó las armas en 
defensa del Gobierno, pero en medio del cerco a la capital se pasó a las
 filas contrarias, entrando con ellas a la ciudad. Los triunfadores lo 
nombraron secretario del Ministerio de Interior y Policía. Poco después 
renunció y volvió a Azua, donde ensayó una actividad comercial que 
fracasó.
Ocurrida la reincorporación de República
 Dominicana a España en 1861, aceptó un empleo de los anexionistas. Sin 
embargo, al tener lugar las primeras manifestaciones de los 
restauradores, lo declinó y se fue a Venezuela. En ese país se comunicó 
con Juan Pablo Duarte, líder de los trinitarios que en 1844 habían 
proclamado la fundación de la República Dominicana, a quien acompañó en 
su retorno a la patria cuando la revolución había instalado en Santiago 
el Gobierno Provisional Restaurador y dominaba la mayor parte del 
territorio nacional. En su condición de intelectual, redactó los 
documentos de mayor importancia emanados de dicho Gobierno.
En 1864 fue secretario personal de José 
María Cabral quien asumió la jefatura de la región sur. Más tarde, fue 
responsable de las Relaciones Exteriores en el Gobierno de Salcedo y 
formó parte de la comisión que inició las conversaciones de paz con De 
La Gándara en Montecristi. En este mismo año, fue ascendido a general de
 brigada. Fue secretario particular del prócer restaurador Gregorio 
Luperón, lo que le permitió escribir los libros Relaciones y Gregorio Luperón o Historia de la Restauración. También escribió el Himno de Capotillo.
Fue ministro en el gobierno de Gaspar 
Polanco, quien había mandado asesinar al presidente José Antonio 
Salcedo. Cuando Polanco fue derrocado en enero de 1865, Rodríguez Objío 
figuró entre los perseguidos y procesados por ese crimen. Fue confinado a
 Azua, aunque el fiscal Telésforo Hernández había solicitado para él la 
pena de muerte. No tardó en incorporarse a las tropas del general José 
María Cabral, con quien entró en la capital desocupada por las fuerzas 
españolas el 11 de julio de 1865.
Restablecida la soberanía del país, 
retornó a la actividad política en el gobierno de Buenaventura Báez, 
quien lo nombró su delegado en la región del Cibao. Tan pronto como este
 tomó posesión, Luperón se alió con otros generales restauradores y se 
alzó contra él. Rodríguez Objío lanzó una proclama en Santiago a favor 
de Báez.
Gobernador de Puerto Plata en 1866, 
cambió de bando y recibió a Luperón, a quien siguió hasta que Báez 
renunció en mayo de ese año. Constituido un triunvirato, el cual convocó
 a una Convención Nacional para elaborar una nueva Constitución y llamar
 a elecciones para la presidencia de la República, cargo que ocupó José 
María Cabral, se fue a residir a La Vega, donde se dedicó a la actividad
 industrial sin abandonar la política.
En febrero de 1867, presidió el consejo 
de guerra que condenó a la pena de muerte al general Pedro Guillermo, 
quien se había rebelado contra el gobierno con el propósito de 
entregárselo a Báez. En noviembre, los baecistas se pronunciaron contra 
Cabral, obligándolo a embarcarse para el extranjero y Rodríguez Objío se
 fue con él a Venezuela el 31 de enero de 1868. Las amarguras del exilio
 y la persecución de sus enemigos le hicieron tomar la resolución de 
apartarse de la vida política, a cuyo efecto escribió una carta a Cabral
 desde las islas Turcas para anunciarle su decisión.
Estando en Haití, lo visitó Gregorio 
Luperón, preocupado por el proyecto de anexión a los Estados Unidos que 
Báez, de nuevo en la Presidencia, negociaba con ese país, y le anunció 
su intención de invadir el territorio para deponerlo. Rodríguez Objío no
 vaciló en unirse a él. La expedición penetró a la República en marzo de
 1871 por la loma de Capotillo haitiano y siguió la ruta de El Pino, en 
Sabaneta, hostilizada por las tropas baecistas hasta que quedó cercada 
en la sabana de Gurabo.
Luperón, conocedor del débil carácter de
 Rodríguez Objío, se mantuvo en la retaguardia instándolo a que huyera, 
pero no tuvo ánimo para hacerlo y cayó prisionero. El general Juan 
Gómez, comandante de armas de Sabaneta, quiso salvarlo y obtuvo la 
promesa de que sería indultado, pero dudó de ella y planeó su fuga. En 
el camino lo dejó solo, pero Objío desistió de huir.
De la fortaleza de San Luis en Santiago 
fue remitido a Santo Domingo. Juan Gómez reclamó el privilegio de 
continuar custodiándolo y le dio una nueva oportunidad para escapar, 
permitiéndole dormir en casa de un familiar, pero al amanecer se 
presentó a él para reanudar el viaje. Fue fusilado el 18 de abril por 
irrestricta disposición del presidente Báez en la Torre del Homenaje de 
la ciudad de Santo Domingo.
Bibliografía
Bibliografía activa
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Bibliografía pasiva
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