NOTAS DE ARQUEOLOGIA
Por- el Ingeniero A. J. Scaroina. (1)
Fuente: BAGN. No. 13-05 año 1940, pps. 424/ 427
Al descubrir la Española, la
 primera actividad de las valientes pero reducidas tropas de 
desembarque, fue la de asegurarse en el desconocido territorio 
conquistado, ideando un sistema de defensa rápido y eficaz. Empezó, así,
 la sucesiva construcción de fuertes, que iban jalonando el avance de la
 conquista. Tales fuertes, de construcción rudimentaria pero sólida, se 
esmeraban, más que en otra cosa, en la altura y solidez del vallado 
perimetral, hecho de troncos de árboles, clavados verticalmente, y 
asegurados entre sí.
No podía escaparse, a los 
españoles, provistos de buenas armas y corazas, que el peligro, para 
ellos, podía estar solamente en la presión de fuertes masas, y, contra 
este peligro los sólidos valladles, representaban más que segura 
defensa.
Con el proceder de los años,
 el fuerte se transformó en poblado y, con la organización de la vida 
colonial, se llegó, en el año 1497, a la construcción de la Nueva 
Isabela, en la margen oriental del río Ozama, precursora de la 
Metrópoli, Santo Domingo de Guzmán, en la margen occidental
La Nueva Isabela fue ciudad 
que yo llamaría transitoria, sea por su ubicación prácticamente 
desconectada con la parte más rica y de mayores actividades de la 
española, sea en lo que a edilicia se refiere; porque en nada progresó 
en todo el tiempo que estuvo en el mismo lado. No deja de extrañar tal 
estancamiento, cuando se piensa en la gran actividad de los 
conquistadores y en sus manifestaciones proteiformes
.
Y pienso, entonces, como una
 hipótesis, que la ubicación de Santo Domingo en el lado oriental, pudo 
haber sido ex-profeso, a manera de locación provisional, esperando que 
se desarrollara la verdadera ciudad, en el lado occidental.
Esta hipótesis, la 
justifica, entre otras razones el tipo de la primera Iglesia, una 
verdadera Capilla, de construcción deficiente, incompatible con el 
carácter español, intensamente religioso. Puede justificarla, también, 
la mentalidad del Adelantado D. Bartolomé Colón.
 Hay que suponer, sin 
embargo, que en el corto período de vida de esta oriental ciudad de 
madera, los españoles se dieron cuenta exacta de clima, fenómenos 
naturales, recursos constructorios, etc., y, con criterios exactos, y 
medidas certeras, fueron plasmando la Atenas del Nuevo Mundo. No es 
desacertado suponer que la fuerza inteligente, el ALMA MATER, estuviera 
representada por frailes franciscanos y dominicos.
 Desde los conventos, donde 
residía el monopolio del saber, irradiaba ciencia y arte y, en la 
conquista, al lado del pendón de Castilla, se plantaba la Cruz, símbolo 
de luz divina, de luz de inteligencia, de moral, de valor, de 
sacrificio. Sin esta asociación entre el valor del soldado y la 
preponderancia de la Religión, es probable que otro aspecto hubiera 
tenido la historia de la conquista.
La Ciudad de, Santo Domingo 
se vino trazando en forma regular  con calles típicas de doce varas 
españolas de ancho, y orientadas de manera que la trayectoria solar y 
los vientos dominantes, tuviesen cierto ángulo de incidencia con la 
dirección de las calles. Esta incidencia no podía ser muy pronunciada, 
por no perjudicar al concepto de urbanización que se tuvo, de que las 
calles quedasen normales y paralelas al curso del río Ozama.
 Es oportuno notar, también,
 que, entre todas las ciudades surgidas en islas o en el continente, en 
esa Época, Santo Domingo es la única que adopta las calles rectilíneas, 
científicamente orientadas y de un ancho inusitado para la época.
Estudiando, ahora, las 
edificaciones de la Ciudad, se nota que no fue la rutina, la que hizo 
adoptar tal o cual material de construcción. Aparentemente lo más 
práctico, pudo haber sido el ladrillo, en un sitio rico en arcilla, y 
con bosques enteros para combustible. Sin embargo, aunque se fomentara 
rápidamente un tejar, en un sitio que, desde entonces se llamó el HOYO 
DEL BARBO, detrás del actual Teatro Independencia, y que daba un 
material de clase inmejorable, no se dio a tales ladrillos más que un 
empleo parcial, en jambas y paramentos de puertas y ventanas, 
construcciones bajo tierra, como aljibes y pozos negros, algo en los 
arcos y, generalmente en techos que resultaban frescos, duraderos, y 
adeptos para captar las aguas pluviales. En las paredes de las casas, se
 empleó largamente la tapia, y, en varias, la cantería.
 En edificaciones 
importantes, la cantería se alternaba siempre con paredes de tapias, con
 espesor a menudo excesiva. Esta promiscuidad de construcción, no pudo 
ser producto de error ni de economía.
 Aun hoy, sabiendo leer en 
estas gloriosas páginas de piedras, se admira una técnica perfecta. No 
pudo influir mucho la razón económica, desde que además del trabajo de 
los indios, habían recursos suficientes, producidos por impuestos, 
alcabalas, rentas de las fundiciones de oro de La Vega y de las dos de 
Buenaventura, etc., y, además, había el tributo de 450.000 ducados 
anuales, impuesto a la colonia por el Comendador Ovando, lo cual 
representaba una entrada esquiva lente a unos mil dólares diarios, de 
nuestra moneda.
 Esta variedad de distintos 
materiales de construcción, según el que suscribe no fue arbitraria, 
pero fue el resultado de los amplios conocimientos técnico-científicos y
 de la profunda observación, por los elementos inteligentes de la 
colonia, todo lo cual llevó a sistemas bien definidos y rigurosamente 
aplicados, por efecto de una previsión maravillosa, Comprendieron, estos
 elementos inteligentes, casi desde el principio, que había de 
precaverse de una dificultad de dos peligros, la dificulta$ del clima y 
1m peligros de temporales y terremotos.
 En la totalidad de la 
edilicia se nota, por esa, como una constante preocupación de defensa: 
orientación de calles, espesor de paredes, materiales usados, posición y
 tamaño de puertas y ventanas, y hasta en el mismo estilo 
arquitectónico.
 La lucha contra el calor 
fue breve y eficaz. Por lo pronto, había que producir una especie de 
separación entre la parte interior de los edificios y la atmósfera 
cálida del exterior; esto se consiguió con el empleo de paredes de 
fuertes dimensiones y materiales malos conductores del calor, y 
reduciendo el número y dimensiones de ventanas y balconcetos, porque, 
puertas y ventanas de grandes dimensiones que dan al exterior, 
establecen siempre un equilibrio de temperatura entre el interior y el 
exterior.
 En los interiores, las 
puertas eran casi constantemente disentéricas, por tamaño y colocación, 
pero, con este sistema se establecían pequeñas corrientes y una 
ventilación permanente, por elementalísimo principio de física. La 
altura de las piezas, además, permitía que el aire caliente, más 
rarefacto acumularse hiciera los techos, hasta refrescarse, determinando
 pequeñas ventilaciones verticales.
 El uso de paredes de fuerte
 espesor, perforadas por poma p estrechas puertas y ventanas, eficaces 
en la lucha contra el calor, lo fueron, en grado sumo, para resistir de 
manera absoluta, al embate de los temporales y ciclones, ninguno de los 
cuales, por fuerte que fuese la fuerza del viento pudo determinar el más
 pequeño momento de rotación, como ningún viento pudo producir 
desperfectos en las ventanas y balcones de característica y sólida 
construcción, y cerradas con trancas
En lo que a movimientos 
sísmicos se refiere, tengo formada una teoría, que es absolutamente 
personal. Los intelectuales de conquista, debieron notar que, los 
terremotos, en este país, son casi constantemente ondulatorios, y 
paralelos a la  dirección                 de las cordilleras, es decir, 
de este a oeste más o menos.
 No es el caso, en estas 
notas de extenderse en discusiones de sismográfica para demostrar, ni la
 posibilidad de una teoría, ni la posibilidad de una ley de dirección, 
cosas que, de todos modos, no estarían en contradicción de las teorías 
de Huinboldt y otros.
Admitiendo mi teoría, en el 
caso de un movimiento sísmico en Santo Domingo, las paredes este-oeste, 
oscilarían dentro de su plano y el centro de gravedad no saldría nunca 
de la base. Las paredes norte-sur, al contraria, oscilarían, en forma 
pendular, sobre sus bases y, por ende, el centro de gravedad está 
expuesto a salir de su base a cada momento.
 Desde luego, más altas las 
paredes, más alto el centro de gravedad, y más probable el peligro de 
derrumbe. Resulta que las paredes este-oeste, están menos en peligro que
 las paredes norte –sur  . Pues bien las paredes de menor peligro, 
preferían hacerlas monolíticas, de cantería y las paredes de mayor 
peligro, preferentemente se construían de conglomerado, de tapia.
A primera vista puede 
parecer este sistema como un anacronismo, y, sin embargo o es así. En 
paredes monolíticas, las vibraciones se transmiten, por toda su altura, 
con la misma intensidad: en paredes no monolíticas, de conglomerado, las
 vibraciones van decreciendo, en razón de altura. A esta conclusión 
sobre resistencia llegó, entre otras tantas, la comisión técnica 
italiana, a raíz de los últimos funestos terremotos de la Calabria, en 
el Sur de Italia.
Este criterio de 
construcción de paredes, tenía sus excepciones, y muchas, principalmente
 en las paredes perimetrales  de edificios importantes, por de estética o
 de defensa.
Tantas preocupaciones de 
defensas varias, no podían dejar de influir también en el tipo de las 
construcciones y en el estilo arquitectónico, que se quiso adoptar. Por 
poco que se observe, se nota, en toda construcción de la época, una 
especie de uniformidad constante.
 Es el estilo medioeval que 
continúa, con sus caracteres góticos-románicos. Su elegancia no está en 
el adorno, ni en elaboradas cornisas, ni en cambio de planos de 
fachadas, ni en grandes balcones de esbeltas columnas, pero si está en 
la severidad de la línea, en las proporciones harmónicas en los pocos y 
sobrios detalles decorativos, que confiesan noblezas y abolengos, y que 
producen perspectivas que rememoran época de paladines, cantos de 
menestrales, y sones de liutos.
 Solamente razones 
imperiosas pudieron sobreponerse a la corriente progre vista de la 
época, que se enmarcaba en la renovación completa del Renacimiento, 
haciendo inexplicable el conservadorismo cuando, todo evolucionaba, 
hasta el arte de la guerra, por las radicales reformas del Gran Capitán,
 D, Gonzalo de Córdoba
¿Quién fue el Ing. Alfredo J. Scaroina?
( 1) Don Alfredo  J. Scaroina Montuori
Este nombre, quizá olvidado 
por la generación de esta época de la ciudad de La Concepción de La 
Vega. Es   sin lugar a duda, una de las personalidades llegada a esta  
ciudad del extranjero, que valoraron en todo lo que cavia valorar la 
hospitalidad de los residentes en este pueblo mediterráneo  de la Isla 
de Santo Domingo enclavado en el corazón de la Región del Cibao.
Llegado del lejano 
continente europeo, de visita  a esta ciudad, quedó prendado de ella, e 
 hizo residencia m aquí, donde  formo familia, uniéndose en lazos 
matrimonial con  la dama de esta sociedad la señorita Fresa García 
Godoy. Esta  unión, ocurrió por el año de 1904,  de cuyo matrimonio 
nacieron tres hijos; Clara, Eduardo y Yolanda Scaroina García Godoy.
De profesión Ingeniero, 
nació  el 17 de julio del 1864, en la ciudad de Avellino, Italia, 
realizando estudios  en la Universidad de Milán y en la Universidad de 
Roma, titulándose de Ingeniero Civil, de Puentes  y Caminos así como de 
Arquitecto.
Llega a Santo Domingo, en 1890,  en viaje de placer y a la ciudad  de la Concepción de La Vega, en 1900.
Aquí en esta pueblo,  el Sr.
 Scaroina,  fue cofundador  del Colegio San Sebastián de La Vega; 
colaborador incansable del Padre Fantino en su obra educadora, 
impartiendo docencia de: Matemáticas, e Idiomas de forma gratuita, el 
cual hablaba a la perfección cinco idiomas;  Español, Inglés, Italiano, 
Latín,  y Francés. Durante  toda  su vida, vivió, se comportó y actuó 
como  un vegano autentico.+
Fundador del Cuerpo de  
Bomberos de esta ciudad y de Santo Domingo,  en el primero llego a ser 
Capitán  y en el segundo Teniente Coronel y Jefe del Cuerpo Técnico. Fue
 designado Arquitecto de la Arquidiócesis de Santo Domingo, por  su gran
 devoción  a la Iglesia Católica, hombre de excelentes costumbres y 
principios. Reconocido por el Obispo de Avellino  como Hijo Noble y 
Honestísima Familia. Así también  el Arzobispado de Santo Domingo, 
Monseñor Alejandro Nouel,  en un documento fechado en 1917, hace grandes
 elegíos y alabanzas al eminentes arquitecto, luego que realizara los 
trabajos de reconducción de la Catedral Primada de América, de forma 
gratuita  en el año de 1916.
El Ing. Alfredo Scaroina, de
 amplia cultura,  hisos publicaciones  en el Periódico La Opinión,  por 
el 1938, un ensayo  sobre Arqueología con el título  de “Notas de 
Arqueología”,  y el Periódico Listín Diario uno  con el título de 
“Tópicos  del Progreso.
Sus obras arquitectónicas 
figuran; El Edificio Municipal y la Iglesia del Rosario, en Moca; El 
Palacio Municipal de San Cristóbal; El Mercado Público, de La Vega, el 
cual consideró como su obra maestra, una réplica del mercado de Venecia,
 construido a en la segunda década del siglo XX y destruido por 
ambiciones personales de  autoridades vegana en 1955. De La Vega, así 
como la construcción de las de la Iglesias de La Vega  y Cotui,
Además, la ampliación y la 
torre  en el Santuario de Bayaguana, la terminación  del templo  de 
hormigón armado  de San Pedro de Macorís. También un pabellón del 
Hospital San Antonio de SPM.
Scaroina  Montuori, diseño y
 construyo edificaciones en Venezuela y Curazao, fue uno de los que 
contribuyó al brillo y esplendor al dar unidad y diversidad al universo 
antillano del Caribe Arquitectónico. Sus estilos variados, del: 
Neoclásico, Neo-Musulmán, Romántico Ibérico,  Renacentista, y rasgos  
del Movimiento Modernista de la  Época.
Falleció en 1950, siendo 
sepultado sus restos  en la  ciudad que  lo acogió y que él la asumió 
como suya, La Vega,  en el Panteón de la Familia García-Godoy.
Como todos lo que  realizado
 obras en beneficios de este pueblo, ha estado  siendo ignorado por la 
presente generación que desconoce quien fue este polifacético  y genial 
Ítalo-vegano, es justo y merecido  que alguna calles de esta ciudad 
lleve el nombre del Ing. Alfredo J. Scaroina Montuori, para el  
reconocimiento de las próximas generaciones  
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