domingo, 2 de octubre de 2016

¡ RICARDO WAGNER: La realidad transfigurada!

¡ RICARDO WAGNER: La realidad transfigurada

!Por
amlendezlopez[@]hoy.com.do
27 agosto, 2016

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La realidad no es lo que vemos. Todo se transforma. Todo es in-invisible. Todo es sueño. Todo es lo otro. ¿Acaso no es únicamente a través de la metáfora: la poesía, la música, la danza, el teatro y las más sublimes manifestaciones del arte, que la subjetividad logra la transfiguración de lo existente en su cristalina “elaboración” de la verdadera naturaleza de lo real y lo no real? En las interioridades de esta compleja cuestión, subyace el leitmotiv del cuerpo de obras pictóricas que sostiene la más reciente exposición individual del emergente y destacado artista dominicano Ricardo Wagner (1973).
En efecto, ante la confrontación del importante extracto que conforma la muestra “Horizontes Infinitos”, organizada recientemente de manera simultánea por el Centro Cultural de las Telecomunicaciones del INDOTEL y la Galería Mesa Fine Art, Ricardo Wagner logra provocar la consciencia, o más bien la “visión” del espectador hasta suscitar en sus atractivos y espléndidos “paisajes” abstractos la transfiguración esencial de la realidad: la inminente posibilidad de las otredades de lo real que, por cierto, no se perciben ni se manifiestan únicamente mediante la intelección de la imagen y/o de la superficie pictórica espiritualizada, sino también desde el salto instintivo e inefable hacia los fértiles abismos de la emoción, la ilusión y la sensación.
En una serie de pinturas de sutil efectividad expresiva y alta dignidad estética, tales como las tituladas “A lo mejor fue el viento” (2015); “Horizontes infinitos”; “Invisible”; “Tierra de fuego”; “Escapando al mundo”; “Tierras de la memoria”; “Primer aliento”; “Vientos de invierno”; “De este lado del camino”; “La esencia de las cosas”; todas facturadas en el transcurso del presente año, Ricardo Wagner sigue reflejando su preocupación por el medio ambiente, aunque sería mejor decir por la paradójica relación de la humanidad con el Cosmos y la naturaleza, así como por el terrible impacto de la explotación humana de los ecosistemas vitales del planeta que habitamos.
En estas obras recientes, Ricardo Wagner practica con mayor dominio, más libre y mayor intensidad su abrazo existencial del sistema pictórico. También resulta evidente que sus retos y resultados han sido mayores en el despliegue de su sinuosa, febril e insinuante gestualidad expresiva y en sus deliciosos juegos texturales, afinando el proceso depurador de su dicción plástica personal a la vez que propicia un diálogo especializado donde el espectador se autodescubre en medio de un asombroso estallido de imágenes e ideas que en cada obra se materializan como “territorios sígnicos” mutantes en los que nada es lo que parece ser y todo deviene en cristalina realidad imagética, multiplicidad, posibilidad, transfiguración y otredad.
Esto me lleva a especular sobre una doble transfiguración operativa en su obra pictórica y en su personalidad artística. Su transfiguración espiritual implicaría un viaje introspectivo hasta los antípodas de la simulación: hacia la revelación de su ser auténtico a través de la práctica creadora. Del mismo modo, el vértigo cromático y la esplendorosa plasticidad que Ricardo Wagner logra mediante su lúcida conjugación de trazo, gesto, mancha, color, espacio y signografía, dispara el dramatismo de la superficie pictórica en una inesperada resignificación de la naturaleza y la cultura a través de una propuesta pictórica de profundo espíritu abstraccionista desde la cual sigue operando perpetuamente transfigurado lo real.
Ahora bien, esta doble transfiguración que opera en la personalidad artística y en la poética pictórica de Ricardo Wagner, propiciando el acceso a esas “realidades otras” que se desprenden de su lírica y alucinatoria fantasmática: vertiginosa y excitante profusión imagética que prolifera como “presencias” visibles, ambiguas y posibles mediante unos juegos de formas, gamas, matices, movimientos y ritmos cromáticos que suscitan los fascinantes “horizontes infinitos” de imaginación, espacio, tiempo, memoria y sentido de la tierra, ha requerido de la libertad como primera condición para que llegue a manifestarse en su impecable efectividad.
Y respecto a esta íntima precisión se podría decir que sobran las palabras. Entonces, solo quedaría la alternativa de refutar o reafirmar, confrontando directamente el resistente cuerpo de obras seleccionadas por Hilario Olivo y Juan José Mesa en “Horizontes Infinitos”, muestra con la cual Ricardo Wagner devuelve a los estudiosos, coleccionistas y amantes del arte dominicano contemporáneo, la esperanza de la contemplación que siempre habrá de reclamar la pintura para que resulte plena la experiencia placentera como absoluto e infalible cometido de la auténtica obra de arte.

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