Así se repartieron el mundo España y Portugal en 1494: el Testamento de Adán que detestaba Francia
Así se repartieron el mundo España y Portugal en 1494: el Testamento de Adán que detestaba Francia
Durante unas durísimas negociaciones, España
aceptó en Tordesillas que se realizara una división por meridianos como
planteaba la bula «Inter caetera», si bien de forma más favorable a los
intereses portugueses de la planteada por el Papa valenciano Alejandro
VI
Pintura que representa la llegada de Colón al Nuevo Mundo 1
Entre resignado y furioso, Francisco I de Francia reclamó al Papa con insistencia ver el testamento de Adán
ante las sucesivas bulas papales que reconocían la preeminencia
española en la conquista de América. «El sol luce para mí como para
otros. Querría ver la cláusula del testamento de Adán que me excluye del reparto del mundo y le deja todo a castellanos y portugueses», exclamó sobre los términos del Tratado de Tordesillas. Retrato de Juan II de AvísEn España y Portugal se llamaba directamente Testamento de Adán al Tratado de Tordesillas. Un acuerdo entre ambos países, donde medió el Papa valenciano Alejandro VI,
para delimitar los territorios que Cristóbal Colón descubrió sin
saberlo en 1492. Todo un continente repartido entre las dos grandes
potencias imperiales de su tiempo. Y nada pudo hacer Francia, ni Inglaterra, ni Turquía frente a aquella preeminencia. Según concluyeron sus enemigos, es como si únicamente los ibéricos fueran hijos de Adán.
Como explica Carlos Canales y Miguel del Rey
en «Las Reglas del Viento: cara y cruz de la Armada Española en el
siglo XVI», «a partir del descubrimiento de nuevas tierras en el
hemisferio occidental la historia cambió y se abrió una nueva era para
la humanidad». Poca veces a lo largo de los tiempos ocurrieron tantas
cosas importantes en una única década, la de 1490, es decir, la de 1492.
A partir de esa fecha, los marineros españoles, portugueses y los
italianos bajo su mando dibujaron un nuevo mundo repleto de riquezas y de posibilidades.
Los océanos que no controlaba España era porque, de hecho, los dominaba
Portugal. Rara vez en la historia se ha vivido un dominio igual de dos
países sobre el resto del planeta.
El Descubrimiento de Colón cambia el mundo
Al finalizar en 1479 la Guerra de Sucesión castellana, que involucró a Portugal a favor de Juana la «Beltraneja» en contra de los Reyes Católicos, se firmó el Tratado de Alcáçovas
y se dio inicio a un periodo de acercamiento entre España y Portugal.
El texto, además, dirimió varios asuntos territoriales pendientes entre
ambas Coronas: las Islas Canarias pertenecían por
derecho a Castilla; el reino de Fez, las islas Azores y Madeira, Cabo
Verde, la Guinea y el derecho de navegación más allá de las Canarias, se
le reconocían a Portugal. Si bien la navegación y el comercio atlántico
no eran en ese momento una prioridad para los españoles, más tarde ese
mismo tratado iba a suponer un obstáculo para las ambiciones hispánicas. Retrato del Papa Alejandro VILa culpa de todo la tuvo un navegante supuestamente genovés, Cristóbal Colón. Tras ser rechazado su proyecto en la corte portuguesa de viajar hacia Occidente hasta dar con Cipango (Japón), logró que los Reyes Católicos lo financiaran. Es por esa espina clavada en su ego que Colón hizo escala en Lisboa en su viaje de vuelta y alardeó ante Juan II
de que, después de todo, su descubrimiento sí había merecido la pena. A
nivel internacional aquel gesto desencadenó una guerra. El Rey de Portugal creía que los términos del tratado de Alcáçovas habían sido violados con lo hallado por Colón y levantó una armada en las Azores para reivindicar los derechos sobre el Descubrimiento.
Por el contrario, Fernando de Aragón
no movilizó ninguna flota. Inició una ofensiva diplomática dirigida a
obligar al Papa valenciano Alejandro VI a que «leyera en alto» el
testamento de Adán e impulsara a España en su misión de evangelizar el nuevo mundo.
Sus relaciones en ese momento con los Borgia eran buenas y pensaba
sacar partido de sus concesiones aragonesas a la familia valenciana en
la península: había apoyado que César fuera designado arzobispo de Valencia y que Juan se casara con una prima del Rey.
No le decepcionó el segundo de los papas españoles. Alejandro VI
había llegado al papado precisamente en 1492 (el año del Descubrimiento
de Cristóbal Colón) y al regreso del navegante dictó cinco bulas en
cuestión de un año («Inter caetera», «Piis fidelium», «Inter caetera» de mayo, «Eximie devotionis» y «Dudum siquidem») que reconocían los derechos españoles sobre las nuevas tierras, como explica Carlos Canales y Miguel del Rey en el citado libro.
Estas bulas derogaban anteriores dictados y anulaban, a ojos de Dios, los tratados que reconocían los derechos portugueses en los mares y tierras africanos más allá de Canarias. Hasta tal punto que la «Eximie devotionis» fue otorgada por vía extraordinaria secreta y otorgaba a los Reyes Católicos los indultos y privilegios otorgados antes a Portugal en sus territorios de ultramar.
El Tratado de Tordesillas, un reparto histórico
Obviamente, Juan II prefirió ignorar el arbitraje pontificio y hablar directamente con los Reyes Católicos.
El Papa está comprado, debió pensar el portugués como si se tratara de
un árbitro de fútbol sospechoso de favorecer a uno de los equipos. Tordesillas (Valladolid), donde años después se marchitaría Juana la Loca, fue el lugar elegido para iniciar las negociaciones entre ambos países en 1494. Los Reyes Católicos fueron representados por Enrique Enríquez de Guzmán, mayordomo mayor de los reyes, Gutierre de Cárdenas, comendador mayor de la Orden de Santiago y contador real, y el doctor Francisco Maldonado; mientras que Juan II envió a Ruy de Sousa, su hijo Juan de Sousa y el magistrado Arias de Almadana.
Se
dividió el Atlántico y los territorios que había hallado Castilla por
un meridiano fijado a 370 leguas del archipiélago de Cabo Verde
¿Qué
buscaba exactamente Portugal? En verdad todavía no se conocía la
magnitud del Descubrimiento. No había razón para discutir por el reparto
de algo desconocido, salvo porque el auténtico objetivo del Rey Juan II
era mantener abierta la ruta con la India, tan lucrativa para Portugal desde que Turquía bloqueara las rutas mediterráneas.
En
principio la propuesta portuguesa era realizar una partición de
territorios basada en latitudes, de modo que sus barcos pudieran
dirigirse a la India bordeando África o a directamente a través del Océano Atlántico
por el sur. Tras unas durísimas negociaciones, la respuesta española
fue que, al contrario, la división se mantuviera por meridianos como
planteaba la bula «Inter caetera», si bien de forma más favorable a los
portugueses de la planteada por el Papa. Los portugueses aceptaron el
arreglo. No así el Pontífice que, a modo de protesta, nunca confirmó el
tratado y hubo que esperar a que Julio II lo hiciese por medio de la bula «Ea quae pro bono pacis» en 1506.
Así, el texto reservaba para Portugal el Atlántico y los territorios que había hallado Castilla por un meridiano fijado a 370 leguas del archipiélago de Cabo Verde.
A España se le reconoció la libre navegación por las aguas del lado
portugués para viajar a América y se le otorgó derechos de
evangelización y soberanía en las nuevas tierras occidentales. En la
totalidad de esas tierras. O al menos eso era lo que se pensaba. Reparto del mundo entre españoles y portugueses en TordesillasLa
incapacidad técnica de realizar una partición exacta a lo firmado el 7
de junio de 1494 dio lugar a una serie de conflictos entre ambos países.
En el año 1498 se descubrió una nueva ruta hasta la India y en 1500 Brasil, un territorio que se encontraba en la parte portuguesa del Tratado de Tordesillas. Pedro Álvares Cabral
llegó a este territorio en abril de 1500 y, amparado en el tratado,
procedió a tomar posesión en nombre del Rey de Portugal. No en vano, se
trató de la fecha del «descubrimiento oficial», puesto que el español Vicente Pinzón ya había estado en los últimos días del mes de enero del año 1500 en el cabo de Santa María de la Consolación (identificado actualmente como cabo de San Agustín).
Escudados
en que se trataba de un error de medición, los portugueses
transgredieron con creces las fronteras que les señalaba la línea de
Tordesillas
A partir de 1530, la corona portuguesa inició la colonización de Brasil y
expulsó a los franceses que merodeaban por las islas cercanas. Y no
solo eso. Portugal transgredió en su colonización del continente
americano la demarcación del Tratado de Tordesillas al
avanzar paulatinamente desde el Brasil hacia el oeste y sur de América
del Sur. Escudados en que se trataba de un error de medición, los
portugueses sobrepasaron con creces las fronteras que señalaba la línea de Tordesillas.
Las líneas del actual Brasil son el resultado de la carencia de
instrumentos para determinar bien los meridianos y de las transgresiones
portuguesas sobre el tratado.
En cualquier caso durante sesenta
años el tratado dejó de tener sentido legal con la unión dinástica y se
terminaron parcialmente los conflictos territoriales. Los dos imperios
que dominaban el mundo quedaron sellados bajo una misma monarquía.
Cuando en 1578 el Rey de Portugal Sebastián I de Avís perdió la vida en una demencial incursión por el norte de África, Felipe II
–emparentado con la dinastía portuguesa por vía materna– desplegó una
contundente campaña a nivel diplomático para postularse como el heredero
a la Corona lusa, que fue asumida brevemente por el Cardenal-infante don Enrique hasta
su muerte. «El reino de Portugal lo heredé, lo compré y lo conquisté»,
aseguraría Felipe II. El Rey Prudente contaba con el apoyo de buena
parte de la nobleza portuguesa y el beneplácito de las potencias
europeas (más bien resignación), pero el levantamiento popular promovido
por Antonio, el Prior de Crato, hijo bastardo del infante Luis de Portugal, obligó al Imperio español a iniciar las operaciones militares.
La muerte del acuerdo: Tratado de Madrid
El país vecino rindió pleitesía a Felipe II en abril de 1581, siendo coronado como Felipe I de Portugal. El imperio donde no se ponía el sol suponía, en la práctica, un conjunto de territorios con sus propias estructuras institucionales y ordenamientos jurídicos, diferentes y particulares, que se hallaban gobernados por los monarcas españoles de la Casa de Austria
o por sus representantes. Entre 1580 y 1640, los portugueses se
cuidaron de ser ellos quienes gestionaban su imperio comercial bajo la
supervisión general de Madrid, que abrió todo el mercado americano a los
insaciables comerciante portugueses. Mapa de Brasil, colonia portuguesa en América del Sur. 1519.No fueron los castellanos los que penetraron en las posesiones portuguesas, como tanto temieron aquellos que siguieron al Prior Antonio en sus revueltas, sino todo lo contrario. A principios del siglo XVII se sucedieron las quejas contra los omnipresentes comerciantes portugueses
por parte de colonos castellanos, mexicanos, peruanos: «Los portugueses
cada vez son más en las Indias españolas y llegan en todas las flotas,
mientras que tienen buen cuidado en mantener a los castellanos alejados
de las Indias Orientales».
Además, los reyes otorgaron a exploradores portugueses capitanías y concesiones en la cuenca amazónico,
penetrando los portugueses profundamente en la selva brasileña más allá
de lo delimitado en Tordesillas. De este modo, cuando en 1640 se
produjo la independencia de Portugal,
los portugueses habían ampliado notablemente sus posesiones en virtud
del precepto «Uti possidetis, ita possideatis» (quien posee de hecho,
debe poseer de derecho).
La independencia de Portugal y la
sucesiva guerra entre ambos países dio lugar a que se transgrediera
todavía más el maltrecho Tratado de Tordesillas, porque tanto España
como Portugal establecieron nuevas ciudades en los territorios
controlados por su enemigo. Hubo que esperar al Tratado de Madrid,
firmado por Fernando VI de España y Juan V de Portugal
el 13 de enero de 1750, para certificar oficialmente la muerte del de
Tordesillas y definir los límites entre las respectivas colonias
portuguesas y españolas en América del Sur.
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