miércoles, 26 de octubre de 2016

La bailarina que espió, Mata Hari (1876-1917)

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La bailarina que espió, Mata Hari (1876-1917)

El 15 de octubre de 1917 una bella mujer saludaba a un batallón de fusilamiento de 12 soldados. Uno de ellos alcanzaba su corazón terminando con la vida de la doble agente H-21. Moría Margaretha Geertruida Zelle, conocida por todos como Mata Hari.
Origen humilde, grandes pretensiones
Margaretha Geertruida Zelle nació el 7 de agosto de 1876 en Leeuwarden, en los Países Bajos, en el seno de una familia de clase media. Su padre, Adam Zelle, a pesar de ser un humilde sombrerero, era conocido entre sus allegados como el Barón, por sus extravagantes delirios de grandeza. Es posible que la actitud de su padre influyera en el carácter de su hija, quien pronto empezó también a mostrar una actitud prepotente ante los demás.
Ya en el colegio donde su padre la matriculó a los 6 años, el más caro de la ciudad, fue objeto de burlas por su actitud fuera de lo común. Algo que a Margaretha no pareció importarle.
Pronto empezó también a mostrar sus dotes de seductora en la Escuela Normal de Lyden, donde fue trasladada tras la ruina del negocio de su padre y la muerte de su madre.
Origen javanés
La madre de Margaretha tenía ascendencias javanesas. Fallecida cuando la joven tenía poco más de 15 años, utilizó ese exótico origen para iniciar un cúmulo de invenciones acerca de su vida que no cejarían hasta su muerte.
Pasión por los soldados
Margaretha nunca escondió su predilección por los hombres de armas. Su pasión llegó hasta el punto de contraer matrimonio con un militar al que ni siquiera conocía. Cuando tenía 18 años respondió a un anuncio de prensa de un oficial holandés alcohólico y asiduo a los burdeles llamado Rudolf John McLeod. Se casaron cuando ella tenía 19 años y el 20 más.
Tras el nacimiento de su hija se trasladaron a vivir a las Indias Orientales donde Margaretha se entusiasmó aun más con sus orígenes maternos.
La pareja vivió unos años felices en los que nació su segundo hijo. Pero la extraña muerte del bebé supuestamente envenenado a manos de una niñera desequilibrada enfrentada con su marido, la relación empezó a deteriorarse. De vuelta a Europa, la vida disipada en oriente fue la excusa perfecta para arrebatarle la custodia de su hija a Margaretha. Sola, en París, estaba preparada para convertirse en Mata Hari.



La Pupila de la Aurora
Tras un fallido intento de convertirse en modelo de moda, Margaretha utilizó su ascendente oriental y se inventó a Mata Hari. Desde presentarse como una princesa proveniente de Java a ser hija de una “gloriosa bayadera del templo de Kanda Swandi" y todo tipo de historias fascinantes fueron la carta de presentación de Mata Hari, cuyo significado era la Pupila de la Aurora. Pero lo cierto fue que sus espectáculos se llenaban gracias a sus bailes con escasez de ropa y consiguió mantener un alto nivel de vida al ejercer como cortesana de lujo.
La Agente H-21
Había estallado la Primera Guerra Mundial cuando Mata Hari se encontraba en Berlín donde en aquel tiempo era amante del jefe de policía de la capital alemana. Poco tiempo después inició una nueva relación, esta vez con el cónsul alemán en Amsterdam y jefe del espionaje de su país. Fue este cónsul, Kraemer, quien introdujo a Mata Hari en el mundo del espionaje internacional bajo el nombre de Agente H-21.
A cambio de grandes sumas de dinero, Mata Hari aceptó recabar información militar de Francia. Pero estando en París, contactó con el jefe del Servicio de Espionaje y Contraespionaje Francés, el capitán Ladoux convirtiéndose en ese momento en una agente doble.
Mata Hari nunca tuvo miedo de las consecuencias de trabajar para ambos bandos. Su orgullo y quizás un punto de inconsciencia la llevó a pensar que sus amigos y amantes de las altas esferas nunca dejarían que le pasara nada. Pero no fue así.
Cuando Francia empezó a sospechar de su doble actividad le puso una trampa en la que Mata Hari cayó de pleno. Cuando la división francesa de contraespionaje consiguió descubrir que Mata Hari y el Agente H-21 eran la misma persona procedieron a su detención en una de sus estancias en París. Tras un juicio más que dudoso de un tribunal militar, los días 24 y 25 de julio de 1917, fue condenada a muerte.
Una ejecución de leyenda
La ejecución de Mata Hari está envuelta de datos no corroborados. Entre ellos que no aceptó taparse los ojos con una venda o que saludó al pelotón con un beso de despedida. Lo cierto fue que cuatro de las 12 balas alcanzaron su cuerpo, una de ellas en su corazón. Murió en el acto. Era el 15 de octubre de 1917.
Su cuerpo, que no fue reclamado por nadie, fue utilizado por los estudiantes de medicina, algo que se hacía normalmente con los ajusticiados. Sólo se salvó su cabeza, que fue embalsamada y expuesta en el Museo de Criminales de Francia hasta 1958, cuando alguien la robó para no ser devuelta jamás.
Chivo expiatorio, espía inocente, bailarina culpable, lo cierto es que Mata Hari arriesgó su vida sin ser demasiado consciente de ello. Su muerte, sin embargo, dio paso al mito de una de las mujeres más enigmáticas de principios del siglo XX. Un enigma que ella misma se encargó de extender.

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