domingo, 16 de octubre de 2016

DOMINICANOS EN LA INDEPENDENCIA CUBANA

DOMINICANOS EN LA INDEPENDENCIA CUBANA

Por Héctor Brea Tió
 http://mao-en-el-corazon.blogspot.com/2011/03/dominicanos-en-la-independencia-cubana.html

Recientemente se conmemoró el 116 aniversario de la firma del Manifiesto de Montecristi, pro independencia de Cuba, el 25 de marzo de 1895, proclamado por el Partido Revolucionario Cubano, P.R.C., dirigido por José Martí.

Es incuestionable el rol protagónico de sus dos grandes estrategas: José Martí (ideólogo) y Máximo Gómez (militar) quien ya tenía experiencia en las lides libertadoras de las guerras restauradoras dominicanas.

No muchos dominicanos saben que en la independencia cubana no sólo lucharon los de su patria, sino muchos dominicanos que jugaron un papel estelar encabezados además de Gómez, por Dionisio Gil, quien dirigió un frente beligerante en las filas Mambisas.

En el marco de la VI Feria Internacional del Libro, Santo Domingo 2003, acudí a una conferencia magistral, dictada por Euclides Gutiérrez Félix, cuyo título coincide con este artículo, sin plagio del mismo pues el de dicha disertación fue más amplio.

En los albores del siglo XIX, Cuba era la colonia de ultramar más importante de España y primer productor de azúcar del mundo, sustituyendo a la antigua colonia francesa de Santo Domingo Oriental, que se había liberado del yugo español en las guerras restauradoras de 1865.

“Las tantas desigualdades políticas, económicas y sociales de los antiguos virreinatos del Río de la Plata (Argentina y Uruguay), Nueva España (México) y a partir de 1811 Caracas y Bogotá (Venezuela y Colombia) encendieron las teas libertarias de esas ideas revolucionarias”.

“En Cuba hubo tres conspiraciones independentistas de alcance profundo, desde 1810 a 1830.

La Conspiración de Aponte en 1812; la de los Soles y Rayos de Bolívar, en 1823; y la de la Gran Legión del Águila Negra, en 1829, a las que se sumó en 1844 el “Proceso de la Escalera”, movimiento clandestino revolucionario que al ser develado (sus líderes negros y mulatos) fue exterminado, muriendo más de 300 de sus hombres y unos 70 condenados a muerte en 1845.

Al final del siglo XVIII (1790-1800), oriundos de la isla de Santo Domingo, dos de ellos de la parte Occidental, hoy Haití: Jean François y Jorge Biasou, y uno de la Oriental, Gil Narciso, habían influido con su presencia en Cuba, episodios ligados al proceso independentista americano. Renée Méndez Capote, acuciosa investigadora cubana nos dice en su interesante ensayo Cuatro Conspiraciones: “cuando España, por el Tratado de Basilea, firmado en 1795, se vio obligada a entregar a Francia, la Colonia de Santo Domingo, se encontró con un problema y era que había generales negros y mulatos que habían servido a las filas españolas en el frente de las Tropas Auxiliares Negras, en contra de sus hermanos de raza.

Esos tres generales antes citados jugaron el rol de traidores y corrían peligro por lo que fueron deportados a Cuba, en la escuadra española que llevaría a dicha isla, los supuestos restos de Cristóbal Colón”.

Cita Méndez Capote en la misma Conspiración de Aponte la presencia de otro dominicano (domínico-español), prácticamente desconocido aquí: “ya adelantados los trabajos de proselitismo, participó en algunas entrevistas, un tipo interesante y pintoresco llamado Hilario Herrera (apodado el inglés) responsable del levantamiento de Camagüey y la región Oriental de Cuba, coordinando con el de La Habana y otros lugares”; “esas autoridades pusieron especial empeño en no mezclar la raza blanca con la Conspiración de Aponte, y en silenciar la participación que en ella tuvieron los extranjeros Gil Narciso e Hilario Herrera quien había participado en los primeros conflictos de la Invasión Haitiana, pasando por la ocupación haitiana de Toussaint L´Ouverture hasta el gobierno de Juan Sánchez Ramírez. Luego, en La Habana entregó a Aponte la Proclama de éste y otros documentos dominicanos.

Luego se traslada a Bayamo, después a Holguín y Santiago de Cuba embarcando a Santo Domingo. Ya aquí participa en la sublevación de esclavos de las haciendas Mojarra y Mendoza en cuya revuelta participó también el general Gil Narciso”.

Los detalles de otras conspiraciones serán analizados en otro momento.

“Pasando a la guerra de los Diez Años en Cuba, el 10 de octubre de 1868, en el ingenio La Damajagua, su propietario Manuel de Céspedes, integrante de un vasto grupo de patriotas que se había organizado para luchar por la República, tocó la vieja campana de su central azucarero, que se usó para llamar a sus trabajadores y esclavos, en esta ocasión convocándoles a sumarse al grito de independencia. Cientos de hombres se sumaron los primeros días pero fueron replegados por fuerzas militares del gobierno. Pero, para el 15 de octubre se unieron a los cubanos los dominicanos Luis y Félix Marcano Álvarez y el día 16, Máximo Gómez, quienes aportaron la experiencia militar de República Dominicana que para ese entonces tenía una vieja tradición levantisca o de lucha, de la que carecían los cubanos.

Recordemos que en nuestro país comenzamos con Enriquillo, primer guerrillero de América y precursor de la Escuela Militar Dominicana; Las Cimarronadas de los negros esclavos del siglo XVI; La Rebelión de Guaba; la resistencia victoriosa de 1655 contra las tropas al mando de Penn Venables; La Batalla de La Limonade de 1691 contra colonos franceses en la parte Norte de la isla. La Batalla de Palo Hincado en 1808 contra las tropas remanentes que comandó Víctor Manuel Leclerc, en la que se ejecutó la primera “carga al machete”; mas doce años en la guerra de independencia de Haití desde 1844 hasta 1856 y la gran epopeya que culminó con la Restauración de la República en 1865.

Luego de la primera etapa de la Guerra de los Diez Años, en la que además de los tres militares antes citados sumamos a Francisco Marcano Álvarez y Modesto Díaz Álvarez, primo hermano de los anteriores que se retiraron a Cuba cuando la Anexión a España de Pedro Santana, que quedó sepultada por un capítulo hermoso de nuestra historia republicana. Ellos eran 5 oficiales del Ejército Español que fueron al exilio en Cuba, sin embargo poco tiempo después pasaron a retiro dedicándose al negocio de madera.

Contactados por Perucho Figueredo se incorporaron al proceso conspirativo de la independencia. Más tarde Martí, admirador agradecido de los dominicanos, propuso a Máximo Gómez “su sacrificio y ayuda a la revolución como encargado supremo del ramo de la guerra, a organizar dentro y fuera de Cuba el Ejército Libertador". Máximo Gómez ya había venido a Montecristi y después de fundar Martí el Partido Revolucionario Cubano, vino en sus tres viajes a dicha ciudad del Morro, hasta que firmó el Manifiesto del 25 del marzo de 1895, no sin antes visitar en Santiago, el Ateneo Amantes de la Luz, pernoctando en Guayacanes de Mao, en la residencia eglógica de Doña Ceferina Calderón de Chávez, prestante dama noroestana a quien regaló una antología de sus versos y degustando ricos vinos servidos por la beldad de la familia, señorita Ana Balbina Chávez, quien luego casara con el tribuno y Vicepresidente de la República en 1901, Eugenio Deschamps, partiendo hacia Cuba junto con Gómez y desembarcando en la Playa Cajobabo, al sur de oriente en abril de 1895.

En esa guerra, que cerró el ciclo de las guerras de liberación contra el colonialismo español se destacaron otros dominicanos entre los cuales sobresalieron Dionisio Gil de la Rosa, Marcos del Rosario Mendoza, Lorenzo Despradel y Suárez, secretario de Gómez; Eduardo Hernández, José M. Castro, Ramón Fernández, Miguel Lora, Juan Pacheco, Rodolfo Bergés Tavares, Hipólito Aybar, Francisco Javier Aristy, Leopoldo Tió, (bisabuelo materno de Frank Moya Pons-Tió, y tío-abuelo de quien suscribe) e Ignacio Díaz Álvarez, hijo del general Modesto Díaz y el ayudante de Antonio Maceo; Francisco Gómez Toro,(a) Panchito, hijo del generalísimo, caído gloriosamente junto al lugarteniente general , “El Titán de Bronce” del Ejército “Mambí”.

La participación de los dominicanos en las guerras de independencia de Cuba fue una hermosa expresión de solidaridad de “una cadena de unión cuyo primer eslabón lo forjó Hatuey con su sangre”. Vivos están los ejemplos de dignidad, solidaridad y sacrificio que dieron los dominicanos por los cubanos y que más tarde, como 1959, en Las Expediciones del 14 de Junio, brindaron los cubanos a los dominicanos, contra Trujillo.

“Esto es aquello y va con aquello, yo obedezco, y aun diré que acato como superior dispensación y como ley americana, la necesidad feliz de partir al amparo de Santo Domingo para la guerra de la libertad de Cuba”. José Martí
Santo Domingo, 10 de junio 2010

El autor es médico, profesor universitario y escritor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario