domingo, 16 de octubre de 2016

La arpista solidaria, Clotilde Cerdá (1861-1926)

La arpista solidaria, Clotilde Cerdá (1861-1926) 

 http://www.mujeresenlahistoria.com/2016/10/la-arpista-solidaria-clotilde-cerda.html

Clotilde Cerdà fue algo más que una niña prodigio. Con tan sólo doce años, tocó ante un público vienés que se rendiría a sus pies. Su éxito se repetiría por medio mundo. Durante años viajó por infinidad de países acompañada de su madre mostrando su gran talento como arpista. Pasado el tiempo, la niña prodigio creció y se convirtió en una mujer dispuesta a vivir su propia vida y a defender todo lo que ella creía justo. Abrió una academia de música en Barcelona pero sus actividades solidarias despertaron los recelos de las altas esferas de la sociedad que años atrás aplaudían con fervor sus actuaciones. Hija ilegítima de Ildefonso Cerdà, Clotilde Cerdà fue también conocida como Esmeralda Cervantes.

Clotilde Cerdà i Bosch nació el 28 de febrero de 1861 en el seno de la familia del urbanista Ildefonso Cerdà. Clotilde fue la última de las cuatro hijas en nacer, casi diez años después del nacimiento de su hermana Sol Magdalena. Durante mucho tiempo se creyó que Clotilde era hija de Ildefonso y su esposa Clotilde Bosch, pero en realidad él no fue el padre. A pesar de que le dió su apellido y aceptó su presencia en el hogar, Ildefonso acabaría modificando su testamento del que borró a la pequeña Clotilde, poco tiempo después de separarse de su mujer.

Clotilde Bosch, que era pintora, enviaría a su hija a estudiar el arte del pincel a Roma, aunque pronto aceptó que el talento de Clotilde Cerdà pasaba por las cuerdas del arpa. Madre e hija se mantuvieron unidas durante años, siendo la madre la protectora y supervisora de la carrera musical de su hija.  




En 1873 Clotilde Cerdà debutó en el Teatro Imperial de Viena. Convertida en una arpista prodigiosa, bautizada por Víctor Hugo con el nombre de Esmeralda en honor a su heroína de El jorobado de Notre Dame, y por Isabel II con el apellido Cervantes, Clotilde inició meses después una serie de vertiginosas giras que la llevaron a lugares tan lejanos como Japón o Buenos Aires. Llegó incluso a dar clases de arpa en el harén del sultán del Imperio Otomano. Mientras que grandes nombres de la música como Franz Liszt o Richard Wagner alabaron públicamente su talento como intérprete del arpa. Con tan sólo catorce años, el Conservatorio del Gran Teatro del Liceo la nombraba profesora honoraria. 




De vuelta a Barcelona, en 1885 decidió abrir un centro de enseñanza musical y artística dirigido exclusivamente a mujeres. La Academia Esmeralda Cervantes de Ciencias, Artes y Oficios para la Mujer abrió sus puertas en la rambla de Canaletes. Poco después fundaba también una revista, Ángel del Hogar, y escribía su único libro, La historia del Arpa. Clotilde Cerdà fue una mujer comprometida con los derechos de las mujeres que se implicó también en otras cuestiones sociales como los derechos de la clase obrera, la denuncia de la pena de muerte o el controvertido tema del esclavismo en las colonias españolas. Esta faceta suya más reivindicativa le cerró las puertas de los ricos salones burgueses y aristocráticos en los que siendo una niña prodigio tocó para sus ilustres dueños. También las de palacio se cerraron para Clotilde. A pesar de haber tenido una buena relación con Isabel II (su madre había sido dama de honor de la soberana en su exilio parisino) y su hijo Alfonso XII, la monarquía le diola espalda después de invitarla a dedicarse exclusivamente a desarrollar sus talentos artísticos y dejar a un lado cualquier implicación en el mundo de la política. 




Al final, ganaron los poderosos y Clotilde se vio obligada a cerrar su academia en 1887, apenas dos años después de su apertura. 

En 1895 contrajo matrimonio con Óscar Grossman, un rico brasileño. Ese mismo año fundaba el Conservatorio de Música de Río de Janeiro y la Escuela de Arpa, junto a otra arpista catalana, Lea Bach. A pesar de que por aquellas fechas Clotilde abandonó el mundo de las giras, ella y su marido continuaron viajando por medio mundo. En 1918 se retiraban a Santa Cruz de Tenerife, donde Clotilde Cerdà o Esmeralda Cervantes, fallecía el 12 de abril de 1926.

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