martes, 4 de octubre de 2016

LA FURIA JACOBINA QUISO BORRAR EL CATOLICISMO DE ESTA REGIÓN

La horrenda masacre anticatólica de La Vendée

LA FURIA JACOBINA QUISO BORRAR EL CATOLICISMO DE ESTA REGIÓN

FRANCISCO JAVIER SANDOVAL OCHOA
La Vendée es una región de Francia tradicionalmente católica y que tuvo un evento, que quizás no es muy conocido, es llamado “La guerra de La Vendée”. Para poder hablar de esto tenemos que poner el contexto histórico. La revolución francesa comienza en 1789 y se desata un clima de hostilidad a la Iglesia, que acabó por desembocar en esta guerra, en el contexto del periodo revolucionario. En 1790 se vota la constitución civil del clero, que a grandes rasgos se encargaba de hacer que el clero pasara a ser un empleado del estado; ya no dependían de Roma ni tenia nada que ver con el Papa, y los obispos y sacerdotes serian elegidos por el pueblo, además las diócesis cambiarían su delimitación y ahora el gobierno se encargaría de hacerla. Se ordenó que obispos y sacerdotes la juraran, ciertamente y tristemente hubo quienes la aceptaron, pero lo gran mayoría no lo hizo, el resultado fue que de 160 obispos solo 7 aceptaron jurarla, aunque un número considerable de sacerdotes aceptaron jurarla. De aquí se derivó el término juramentario para todos aquellos clérigos que juraron la constitución, con su correspondiente cisma y los refractarios para los clérigos que la rechazaron. Ante esta situación los revolucionarios impusieron ellos mismos a sus “sacerdotes” sumisos para que los fieles tuvieran culto, sin embargo el pueblo rechazó a los juramentarios, a tal punto que en muchos pueblos los únicos que asistían a las celebraciones religiosas encabezadas por éstos eran los jefes revolucionarios de ese lugar, con su pequeña corte de masones.
A partir de 1791 se endureció el odio hacia los sacerdotes refractarios, fueron perseguidos y muchos de ellos guillotinados. Hacia 1793 se dio la parte mas dura, continuaba el odio hacia lo católico y el ambiente de persecución en Francia, pero a esto se suma que se empezaron a cerrar iglesias, descolgar campanas, cambiar el nombre de las ciudades que tenían nombre de santos por nombres que no tuvieran nada que ver con lo católico, por supuesto se prohibió la educación cristiana en las escuelas y se promulgó una ley que condenaba a muerte a los sacerdotes refractarios que ejercieran su ministerio de forma clandestina, aunque esto ya se vivía, pero no con la autorización expresa de la ley.
El 24 de noviembre de ese año se dio la máxima muestra de odio a la religión, algo absurdo y ridículo, con la introducción de un nuevo calendario creado por los revolucionarios, este nuevo calendario empezaba con el 22 de septiembre de 1792 (año de la fundación de la República), cambiando el nombre de los meses, y la semana ya no era de 7 días sino de 10. Los días ya no estarían mas asociados a un santo, sino que cada día estaría relacionado con un animal, una planta o un instrumento de trabajo. Unos meses después, en algunas zonas, se les impuso a sacerdotes el matrimonio, incluso se les obligaba a que renunciaran al sacerdocio de manera pública y fue cuando sucedió el triste incidente en que la catedral de Notre-Dame fue profanada y el culto católico fue sustituido para el culto a la “razón y libertad”. La revolución que tanto había promovido la libertad era la primera en pisotearla, había libertad para lo anticristiano, pero no había cabida para lo católico.
El 21 de enero de 1793 guillotinan al rey Luis XVI y esto provocó alzamientos contrarrevolucionarios. Por otro lado, el nuevo régimen había iniciado campañas innecesarias contra Inglaterra, Holanda, España y los Estados italianos, prácticamente contra todo Europa, pero para ello requerían tener militares y fue cuando el gobierno revolucionario acudió a los pueblos para reclutar gente para llevar a cabo las guerras, se tenían que reclutar entorno a 300.000 hombres. Una vez que llegaron a la Vendée lo único que encontraron fue un rechazo al gobierno que había ordenado que desaparecieran los sacerdotes, en su intención de hacer desaparecer a la fe católica, que habían mandado guillotinar a su rey y que además venia a reclutar gente para una guerra innecesaria que llevaría a la exaltación de la revolución de la que los ciudadanos de la Vendée ya habían visto sus frutos y eran contrarios. Fue cuando un grupo de hombres se levantaron contra el ejercito, se organizaron para resistirlos y para buscar la autentica libertad.
Aparece en escena Jacques Cathelineau, un pequeño comerciante que, enterado de la situación social, comienza a organizar la resistencia con gente conocida a la que se le va uniendo gente cansada del régimen revolucionario, este incipiente ejército se lanza a recuperar la villa de Cholet, y con éxito lo consiguen, lo que tuvo como consecuencia el hacer despertar el sentimiento religioso de toda la región de La Vandee.
Así surgió el ejercito del Sagrado Corazón de Jesús, este nuevo ejército llevaba dicha imagen en tela roja, con las iniciales de Jesús y María en sus camisa, chalecos, sombreros. La vida en el ejército vandeano era muy distinta a uno normal, los soldados avanzaban rezando el rosario, el himno que tenían era el Vexilla Regis, buscaban la confesión y se arrodillaban ante las cruces.
Uno de los mayores meritos que tuvo este ejercito fue la unidad, en él había obreros y campesinos, pero también nobles que, con su experiencia y conocimientos de batalla, fueron seguidos por gente sencilla que vivía alrededor de sus propiedades. Encontramos entre ellos por ejemplo a Maurice D’Elbèe (llamado el general de la Providencia) que venció en Coron y Beaulieu y que fue capturado y ejecutado de manera pública por los revolucionarios.
Estaba también Charles Bonchamp (Marqués de Bonchamps) que pidió como último deseo antes de morir a los 33 años, que se liberaran a los soldados que habían sido capturados en una batalla contra el ejercito revolucionario. Se liberaron en torno a 5.000 prisioneros, pero los revolucionarios respondieron a este favor ahogando en Vihiers a 29 carros de prisioneros católicos. Los prisioneros que Bonchamps había pedido que fueran liberados se dirigieron a las inmediaciones de Yzernay, donde 2.000 soldados heridos, ancianos, mujeres y niños fueron masacrados.
Había también un noble llamado François Athanase de Charette, que fue uno de los principales generales y que fue fusilado sin juicio previo; destacó por fin Henri de la Rochejaquelein un joven militar que con solo 21 años era uno de los generales del ejercito católico y real.
Los revolucionarios no podían quedarse viendo esto, el general Turreau dio la sentencia “Tenemos que convertir a la Vendée en un cementerio nacional”, y las represalias comenzaron contra la región de la Vendée, la solución tomada fue destruirla. A cargo del mismo Turreau y de el general François Amey, se dividieron la zona en doce, a cada zona correspondería una columna militar, que serían conocidas y no en balde, como las columnas infernales, y la misión consistió en destruir todo (casas, bosques, aldeas enteras, sembrados, iglesias, etc.) y asesinar mujeres, niños y hombres de manera indiscriminada. El balance final es que hubo más de 100,000 muertos. Hubo toda clase de atrocidades contra la población, violencia, saqueo, torturas de todo tipo, por ejemplo se llegó a arrojar a mujeres y niños a hornos de pan.
El 28 de febrero de 1794 hubo una masacre en Lucs-sur-Boulogne, perteneciente a la región de la Vendée. Se envenenaron las aguas y se ordenó que se asesinara a toda persona sin excepción. Hubo víctimas en unos 60 pueblos. En Petit-Luc, el párroco, P. Miguel Voyneau, fue buscado para ser asesinado y, una vez golpeado, maltratado y antes de morir le arrancaron el corazón y la lengua. Se introdujo a la escasa población que quedaba en la iglesia del pueblo, y ahí fueron asesinados a bayonetazos todos los presentes y para cerciorarse de que ninguno quedara vivo, se atacaron con cañones el campanario y la iglesia, derrumbándose ésta con los vandeanos adentro. Los que no cabían en la iglesia fueron asesinados a punta de bayoneta, hubo entorno a cien niños que fueron victimas de este suceso y se calcula un total de seiscientas personas asesinadas. Nadie se atrevió a poner un pie en ese lugar hasta 1863, cuando se extrajeron los restos y se les enterró.
El P. Noel Pinot que ejercía su ministerio de manera clandestina en la Vendée, descubierto, arrestado y condenado a muerte por los cargos de no haber jurado la constitución y ejercicio del sacerdocio, fue guillotinado el 21 de febrero de 1794. En Nantes hubo alrededor de 4,860 victimas de la “deportación vertical” que consistía en agrupar a los condenados en un barco, dejar que zarpara y luego se dejaba que el agua entrara en las bodegas para así ahogar a todos los condenados.
El resultado de todo esto fue el posterior reconocimiento de la Vendée como símbolo de oposición al anticlericalismo reinante y fidelidad a la iglesia. Tuvieron el valor que muchos no tuvieron, dieron el ejemplo a las generaciones futuras y honraron el nombre de Francia.
Categorías : Persecución religiosa

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