martes, 4 de octubre de 2016

LA SUBLEVACIÓN DE LA REGIÓN FRANCESA DE LA VENDÉE (1793-96)

LA SUBLEVACIÓN DE LA REGIÓN FRANCESA DE LA VENDÉE (1793-96)

http://amantesdelahistoria-aliado.blogspot.com/2015/01/la-sublevacion-de-la-region-francesa-de.html

Es muy posible que a la mayoría de vosotros este conflicto no os suene de nada. Eso es algo muy normal, porque los franceses han tenido siempre a bien esconderlo y, prácticamente, no hay documentación sobre el mismo.
Hoy en día se piensa que la causa de este y otros levantamientos que se dieron en esos años en Francia, vino porque la gente se había creado unas expectativas, con la llegada de la Revolución, que luego no se cumplieron. A esto se añadió la llegada de la pobreza por las malas cosechas y el consiguiente encarecimiento de todos los productos, el enriquecimiento de ciertos burgueses, la reforma contra el clero y  la leva masiva para acudir a las guerras. También se dio un odio feroz entre los campesinos y los habitantes de las ciudades a los que culpaban de acaparar todas las riquezas.
La mayoría de los bienes nacionalizados por la República fueron adquiridos por las élites urbanas. Así las rurales perdieron parte de su poder. También se creó el distrito, con lo que se perdió buena parte de la autonomía que tenían los pequeños municipios.
Las primeras rebeliones se dan entre los campesinos acomodados, los que son dependientes de las ciudades, los medieros agrícolas, etc. Empiezan con saqueos y venganzas contra conocidos revolucionarios de la zona. En un inicio, no se ven aún muchos monárquicos entre sus filas.
La situación antes de la Revolución es que más del 50% de las tierras pertenecen a los nobles. Un 20% corresponde a la burguesía. Alrededor del 30% es de los campesinos y sólo un 5% es de la Iglesia. Algo muy diferente al reparto de la propiedad rural en España, donde la Iglesia es propietaria de más de medio país.
La zona occidental de Francia acogió muy bien a la Revolución, pues estaban hartos de la explotación de los señores feudales que aún quedaban en ella. Eso se puede ver en los llamados “cuadernos de quejas”, que llevaban algunas regiones a la Asamblea Nacional.
De hecho, la Vendée es uno de los departamentos que manda más diputados jacobinos, o sea, radicales  a la Asamblea.
A finales de 1790 el rey firmó la llamada “Constitución civil del clero”, por la cual los sacerdotes pasaron a ser unos funcionarios más del Estado y tenían que jurar la Constitución. Hubo muchos que se negaron, los cuales serían llamados refractarios.
Esto hizo que sus feligreses se dividieran y optaran por unos sacerdotes u otros. Evidentemente, desde Roma se intentó que los feligreses utilizaran a los refractarios, diciéndoles que, de otro modo, se ponía en peligro nada menos que su salvación eterna. Así, la inmensa mayoría de los ciudadanos de esta zona acudieron a los refractarios.
No obstante, en 1791, la Asamblea pone en marcha un decreto de libertad religiosa, para atraerse a estos refractarios, pero no quedan contentos con ello y las posiciones comienzan a radicalizarse.
Ese mismo año, en esa región, la intervención de las fuerzas del orden, intentando aplacar un incidente, provoca la muerte de varias personas, aunque la cosa se quedó ahí.
Así, a finales de 1791 y mediados de 1792, la Asamblea dicta dos decretos para reprimir al clero refractario, impidiéndoles que puedan realizar la misa. También prevé la expulsión del territorio francés de todo cura refractario, que haya sido denunciado por varios ciudadanos.
Bueno, en esto, los revolucionarios siguieron la tradición monárquica francesa de nacionalizar, más o menos, su Iglesia para que obedeciera ciegamente al monarca de turno.
A mediados de 1792 se ordena la supresión total de todas las congregaciones religiosas, pues ven al Papa como a un enemigo de la Revolución. De hecho, Pío VI, escribió la encíclica “Quod aliquandum”, oponiéndose a la Constitución civil del clero. Más tarde, escribió la encíclica “Caritas quae”, donde suspendía a divinis a todos los sacerdotes que hubieran jurado esa Constitución. Más o menos la mitad del clero. Así que muchos clérigos tuvieron que esconderse para no ir a la cárcel o ser deportados a las colonias de ultramar.
Hubo muchas rebeliones en distintas regiones, dado el ambiente de descontento generalizado que se respiraba por todo el país.
Los últimos monárquicos y nobles que quedaban en Francia no encabezaron, en un principio, esas rebeliones, sino más tarde, cuando ya estuvieron más implantadas, para darles una ideología monárquica y religiosa.
En septiembre de 1792 fueron ejecutados un millar de presos monárquicos para intentar parar esos intentos de rebelión. También se produjeron masacres donde murieron unos 200 clérigos.
No olvidemos que en esa zona estaba muy extendida la fe católica y el rezo al corazón de Jesús, tras la predicación de San Luis María de Montfort. Algo que todavía podemos apreciar en el escudo de esta región, que es el mismo que llevaron los rebeldes.
Aparte de eso, la incautación, por parte de la Convención, de los bienes de la Iglesia,
hizo que muchos de esos bienes, que se dedicaban a ayudar a los pobres, fueran adquiridos por especuladores burgueses.
Mientras, los republicanos no hacen un frente común, pues se hallan divididos entre los girondinos y los llamados de la Montaña, los cuales se acusan mutuamente de favorecer a los enemigos de la Revolución.
El levantamiento comenzó en marzo de 1793, cuando unos jóvenes que fueron llamados por la leva para ir al frente, se sublevaron y lucharon contra la Guardia Nacional. También se dice que persiguieron a algunos curas que apoyaban a la Revolución. Se calcula que hubo varios cientos de muertos, entre los asesinados por uno u otro bando. Las fuentes no se ponen de acuerdo sobre este punto.
Un grupo de rebeldes se aproximó a Nantes, pero no se atrevieron a atacarla. Sólo les enviaron un documento donde se enumeraban sus peticiones. Entre ellas, la interrupción de la leva, la necesidad del consentimiento popular para aprobar los impuestos, el final de las requisas, la libertad de culto, la libertad de pensamiento, de escritura, etc.
Al sur del Loira, los rebeldes toman ventaja y forman el ejército católico y real, el cual derrota en marzo de 1793 a las tropas republicanas en Cholet. Esto hace que muchos se apunten a la rebelión y se inicie una auténtica guerra civil. En sólo 5 días, los rebeldes,  ocuparon buena parte de ese territorio.
A partir de ese momento comienzan a llegar los nobles, como el marqués de Bomchamps, que llega a un pueblo donde se han rebelado unos centenares de jóvenes para no obedecer la orden de leva. Los organiza y empiezan a conquistar los pueblos de alrededor, defendidos por algunos guardias nacionales.
Al sur del Loira logran vencer los rebeldes. En cambio, al norte del mismo río, sus partidas son derrotadas y muchos de sus líderes, guillotinados.
La diferencia entre esta revuelta y las de otros lugares está, principalmente, en que en otros sitios, los nobles, sólo buscaban la recuperación de sus tierras, pagando por ello a un grupo de combatientes. Por ello, solían ser vencidos con facilidad por las tropas republicanas.
Unos días después, los rebeldes vendeanos se reúnen en Chemillé para organizar un ejército más adecuado para una guerra. Se les unen antiguos oficiales reales, como Charette, D’Elbée, Lescure y la Rochejacquelein. Ellos irán encauzando estas rebeldías populares en beneficio de los monárquicos y la Iglesia.
Uno de sus soportes es el artículo 35 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, publicada en 1793, que dice lo siguiente: “Cuando el Gobierno viola los derechos del pueblo, pro el pueblo y para cada parte del pueblo, la insurrección es el más sagrado de todos los derechos y el más indispensable de los deberes”.
El objetivo ahora está en ocupar Chalonnes-sur-Loire, para dirigirse luego a la capital, sita en Angers.
Contra todo pronóstico, el Ayuntamiento de la ciudad se rinde a los rebeldes y a los guardias nacionales no les queda otra que retirarse a Angers.
Cuando se preparaban allí para hacerles frente, se enteraron de que muchos de los rebeldes, como no querían ser militares, habían regresado a sus casas.
Los republicanos intentaron sacar provecho, pero fueron vencidos de nuevo y huyeron a La Rochelle.
El ejército rebelde está mal pertrechado, pues sólo una parte de ellos tiene un fusil propio y suelen obtenerlos de lo que les dejan abandonados la Guardia Nacional en su huida.
No obstante, les van llegando soldados desertores de la Guardia nacional y algunos nobles, los cuales empiezan a organizar una infantería y caballería adecuadas para el combate.
Se dividen en 3 ejércitos y suelen estar apoyados por los campesinos de la región,
los cuales les suministran las vituallas. Parece ser que utilizaron los molinos de la zona, para indicar, según la posición de las aspas, sobre los movimientos de las tropas republicanas. Por eso, estas tropas, cuando conocieron este ardid, se dedicaron a destruir todos los molinos que tuvieron a su alcance.
A pesar de que en un principio consiguieron ciertas victorias, esta gente no se veía como militares y muchos volvieron a sus campos. Sin embargo, los líderes, para que no se fueran, nombraron a un plebeyo, Cathelinau, como comandante en jefe de la rebelión.
A finales de junio se produjo la primera derrota de la Vendée, pues sus tropas fracasaron al  intentar tomar Nantes,  la mayor ciudad de la zona. Seguramente se produjo a causa de la muerte de Cathelineau, alcanzado por una  bala perdida, lo cual dio lugar a la huida de muchos de sus  combatientes.
A mediados de 1793, Robespierre, encargó la organización de un ejército para combatir en esa zona al general Biron. Éste fracasó estrepitosamente, por lo que fue llamado a París, juzgado y guillotinado. Eso mismo ya le había ocurrido anteriormente al general Marcé.
Hay que decir que en  esa zona llamada el “Bocage” es muy fácil realizar emboscadas por existir muchas fincas sep
aradas mediante setos y también existen muchos bosques. En esta misma zona, también sufrieron frecuentes emboscadas las tropas aliadas durante la II GM, lo cual ralentizó su marcha.
En Luçon sufrieron los vendeanos su segunda derrota, pues éste era un gran centro de logística de los republicanos y no consiguieron conquistarlo.
A finales de ese año, los vendeanos, cuando ya tenían un ejército de unos 35.000 hombres,  recibieron la noticia de que el Reino Unido les iba a apoyar, por lo que decidieron conquistar algún puerto importante para dar facilidades al desembarco de las tropas británicas.
Tras la victoria del general republicano Kleber en Maguncia se le trasladó, junto con sus tropas a la guerra de la Vendée. Entre esas tropas estaba el general Alexandre Dumas, padre y abuelo de los famosos escritores, el cual hizo llegar un informe brutal al Comité de Seguridad Pública, sobre las condiciones en que se hallaba el Ejército republicano y su obsesión por destruirlo y saquearlo todo, sin hacer caso a las órdenes de sus mandos.
En sus memorias dice que los vendeanos, aunque, en un principio, se rebelaron por motivos monárquicos y religiosos, ahora lo hacen por haber sufrido la violencia de las tropas republicanas, para defender sus hogares y sus familias.
En octubre, el general vendeano Rochejacquelin, ordenó a sus tropas, unos 30.000 soldados y otros 100.000 civiles,  cruzar el Loira. Sería el principio del fin, lo que se conoció más tarde como el “Giro de la Galerna”.
No obstante, el ejército republicano, siguiendo las instrucciones de la Convención, tras expulsar a los vendeanos de Fougéres, el 03/11, incendiaron por completo esa ciudad y mataron a todos sus habitantes.
El ejército vendeano fue hasta Granville, para procurar un puerto seguro para el desembarco de las prometidas tropas británicas. Aguantaron todo lo posible, pero estas no llegaron. Así que tuvieron que replegarse, pues los republicanos incendiaron esa ciudad.
 Kleber,  tras estudiar detenidamente al enemigo, consiguió vencerles  en Le Mans  y en Savenay.
Estaba claro que los vendeanos iban a ir hacia Le Mans, pues buscaban cruzar el Loira de vuelta cuanto antes y necesitaban para ello las provisiones almacenadas por los republicanos en esa ciudad.
Previamente, Kleber, les había parado los pies en Cholet. Una batalla que quedó en tablas, pero donde murió el gran líder Bonchamps, el cual, antes de morir, hizo prometer a sus hombres que no matarían a los 5.000 prisioneros republicanos que habían capturado.
Ante la acumulación de victorias, por parte del bando rebelde, los republicanos aplicaron una política demasiado cruel, que algunos autores han calificado como del primer genocidio de la Historia Moderna.
Incluso, algunos indican que pudo ser un precedente para la llamada “Solución final”, inventada por los líderes nazis de las SS, durante la II Guerra Mundial. Se calcula que los republicanos asesinaron de esta manera a unos 117.000 vendeanos. Todavía, hoy en día, se recuerdan estas matanzas en la región. Mataron a todos tanto a los que fueron rebeldes como a los que no se rebelaron, como ocurrió en la Edad Media con la Cruzada contra los Cátaros.
Precisamente, las masacres generalizadas comenzaron en Le Mans, donde el general Westermann ordenó la muerte de miles de  vendeanos que no pudieron cruzar el Loira ni allí ni en Laval, por falta de barcos. Confesó que no le quedaba ningún prisionero, pues había matado hasta a las mujeres y a los niños, poniéndolos bajo los casos de sus caballos. Menos mal que este “carnicero” fue ejecutado al año siguiente, tras haber sido juzgado, junto con otros amigos de Danton.
En la actualidad, ha ocurrido en varias ocasiones, que,  al realizar obras para excavar el terreno a fin de construir los cimientos de algunos edificios, se han hallado fosas con cientos de cadáveres procedentes de esa brutal represión.
Concretamente, tras la batalla de Savenay, donde se habían refugiado los vendeanos que no pudieron cruzar el Loira, se cree que de unos 12.000, sólo 2.500 pudieron huir. Los demás fueron encerrados en iglesias y luego asesinados por las tropas republicanas. ¿No os recuerda este episodio a otros ocurridos en Francia durante la II GM?
El mismo Kleber (más tarde, héroe en la guerra de Egipto) abogó en favor de los vendeanos, pidiendo clemencia para ellos. Sin embargo, fue cesado de su cargo y enviado a otro de los  frentes.
La Convención no fue ajena a estos desastres. En lugar de parar a sus tropas, se dedicó a echar más leña al fuego. En agosto de 1793 se aprobó una ley para incendiar todos los bosques de esa zona, a fin de que los rebeldes no se pudieran ocultar en ellos y a la vez, confiscar todos sus bienes.
En octubre del mismo año se firmó otro decreto donde se ordenó asesinar a todos los habitantes de la zona, incluso mujeres y niños. Según dijeron, “para que no existieran más bandidos en el futuro”. También dijeron: “Hay que sembrar todo el caos que puedan soportar”.
Además,  envió a la zona a uno de sus esbirros, Jean Baptiste Carrier, el cual organizó la forma de exterminio de los vendeanos. Incluso, le cambiaron el nombre a la región por el de Vengeance (venganza).
Se dedicó a matar a todo el que cayó en sus manos. Se le calcula un promedio de 200 ejecuciones diarias.
Como no tenía suficientes municiones para todos, se decidió por una forma aún más brutal, los llamados “noyades”.
Esto consistía en cargar un montón de prisioneros en una barca y lanzarlos al Loira atados de pies y manos. Los que conseguían flotar eran asesinados por los guardias, desde la barca, mediante lanzas.
Otras veces llenaban los barcos de gente y luego les abrían las compuertas, para que se hundieran. También asesinaban a los supervivientes mediante lanzas.
Según los autores, las cifras de muertos, por este terrible método,  difieren entere 3.000 y 4.500. Incluso, los guardias, confesaron que habían matado a muchos niños atados a sus madres.
Como no estaban contentos con los resultados obtenidos, porque, por lo que se ve, tenían mucha prisa por exterminar a la población, probaron con otros métodos, como el llenar botellas de aguardiente con arsénico.
También utilizaron la llamada “fumigación”, o sea, encerrar a muchos presos en una celda cerrada y echar dentro vapores de arsénico. ¿A alguien le suena esto de algo?
Otro militar republicano que se destacó por este comportamiento criminal fue el general Luis María Turreau. Se dedicó a la represión en otra zona y dio las órdenes oportunas para que todos los que llevaran armas en la mano o fueran sospechosos de apoyar a los vendeanos fueran pasados por las armas de inmediato. Incluidas mujeres y niños. Además, todos los pueblos donde se hallasen estas gentes serían quemados, incluidos los hospitales con los sanitarios y los heridos dentro. Estos métodos los realizará a través de las llamadas “columnas infernales",
las cuales fueron muy conocidas en ese momento.
Algunos testigos republicanos dijeron más tarde que habían fabricado ropas con la piel humana de esos condenados. En algunos escritos dan detalles acerca de cómo era el método para desollarlos. A mí, esto también me suena de algo.
También se dijo que, al quemar los cadáveres, habían aprovechado su grasa y la habían almacenado en toneles para iluminar los hospitales.
Por otra parte, algunos autores afirman que se envenenaron las aguas que abastecían a algunos pueblos e, incluso, que algunos fueron arrojados a los hornos de pan. ¿De qué me suena esto?
La represión aflojó tras la ejecución de Robespierre, a mediados de 1794, pero no paró hasta finales de ese año, cuando se anularon los decretos del Comité de Seguridad Pública, el cual fue abolido a principios de 1795.
La Convención cambió de postura y encargó las conversaciones para pacificar ese territorio al general Lazare Hoche. Las primeras medidas adoptadas fueron una amnistía general para todos los presos vendeanos que continuaran en las cárceles y la retirada de buena parte del ejército republicano.
El 17/02/1795 se firmó el tratado de Jaunaye, por el que se garantizó la libertad de religión, aunque no se abolió la Constitución civil del clero. Se indemnizó a los que lo hubieran perdido todo y se les permitió ingresar, si lo deseaban, en la Guardia Nacional republicana.
En su máximo apogeo, los vendeanos llegaron a dominar un espacio de unos 10.000 KM2, incluyendo las ciudades de Angers y Saumur.
Crearon un órgano de gobierno, llamado el Gran Consejo de Châtillon, formado por D’Elbée, el abate Bernier y presidido por el obispo de Agra. Decían actuar en nombre de Luis XVII y pusieron su sede en Belleville.
Eligieron a sus oficiales mediante el sufragio universal a mano alzada, algo que el mismo Napoleón elogiaría años después.
Se organizó a la población para que los que no pudieran combatir se dedicaran a trabajar en el campo. Dentro de los combatientes, hubo un grupo que se quedó de guarnición en las ciudades importantes y otro, más numeroso, que pasó a engrosar el Ejército católico y real de la Vendée.
También organizaron una incipiente sanidad militar, pro al que los herid
os eran atendidos por los médicos en el campo de batalla. Más tarde, eran evacuados a un hospital situado en un antiguo convento, donde trataban por igual a lo combatientes de ambos bandos.
Sus comandantes en jefe fueron el cochero Cathelineau, que murió en el fracasado asalto a Nantes, seguido por el militar D’Elbée, el conde Bonchamps, el conde la Rochejacquelien y el oficial Fleuriot de la Fleuriaris.
Para estudiar este fenómeno se ha dividido en 4 guerras diferentes, las cuales transcurrieron entre 1793 y 1815. Al final de la misma y, cuando ya estaba derrotado Napoleón,
Luis XVIII, condecoró a los principales líderes vendeanos.
Evidentemente, la principal guerra fue la primera, pero luego se sucedieron otras al no respetar los republicanos los términos del acuerdo de paz. Además, tras la muerte de Luis XVII, los futuros reyes Luis XVIII y Carlos X, apoyaron nuevas rebeliones monárquicas en la zona, con objeto de instaurarlos en el trono. También trajeron a muchos monárquicos exiliados en el Reino Unido para luchar en sus filas.
Esta vez fueron vencidos con más facilidad por el general Hoche, a causa de las discusiones entre los mandos vendeanos y sus aliados llegados del Reino Unido. No obstante, los republicanos, volvieron a ejercer la represión contra los rebeldes que no pudieron embarcar hacia las costas inglesas.
En julio 1796, tras las ejecuciones de los principales líderes vendeanos, el Directorio, declaró que la rebelión en esa zona había sido vencida.
No obstante, en 1799 comenzó otra rebelión, financiada desde Inglaterra por Luis XVIII y sus amigos, para intentar llegar al trono francés. Esta vez, Napoleón, tuvo más vista y firmó un tratado en Pouance, parecido al primero, pero que tuvo buen cuidado de cumplir a rajatabla.
Aparte de ello, con objeto de pacificar estas zonas, el emperador firmó en 1801 un Concordato con la Santa Sede, donde le devolvía a la Iglesia una serie de derechos que le habían quitado. También pagará indemnizaciones a los habitantes de la Vendée y de las regiones fronterizas
con ella. Incluso, utilizó al abate vendeano Bernier para realizar las conversaciones diplomáticas con el Vaticano.
La última de las guerras se dio en 1815, justo antes del fracaso de Napoleón en Waterloo. El nuevo jefe de las tropas fue Louis de Rochejacquelein, hermano menor del otro general del mismo apellido. Se levantaron para apoyar a Luis XVIII a recuperar el trono. El armisticio fue firmado el 24/06/1815, justo 6 días después de la derrota de Napoleón en Waterloo.
Todavía, hoy en día, es muy difícil, saber con certeza cuántas fueron las víctimas de esas guerras. En un principio, el general Lazare Hoche calculó unos 380.000 muertos, aunque luego el ministerio
 del Interior de la República informó que, entre los dos bandos, podría haber unas 600.000 víctimas.
En 1986, Reynald Secher, estudió, en su tesis doctoral,  los archivos parroquiales y demostró que en ese período desparecieron 117.257 personas, de un total de 815.029 y la quinta parte de los edificios de la región.
Precisamente, Secher, utilizó como una de sus fuentes en libro del famoso periodista del XIX, François Babeuf, también llamado “Graco”, en el que hablaba prolijamente sobre este suceso. Evidentemente, no encontró este libro en Francia, pues la Convención había ordenado la destrucción de todos los  ejemplares.
Como este periodista es hoy considerado como el primer comunista de la Historia, el investigador pudo encontrar su obra en alguna biblioteca de la antigua URSS.
Ha quedado demostrado que este tema aún escuece a muchos en Francia, pues, como Secher quiso leer y publicar el contenido de sus tesis el año anterior a la celebración del bicentenario de la Revolución Francesa, tuvo que soportar muchas amenazas, el robo de las copias de su tesis y la prohibición de poder enseñar en centros públicos, aparte de su expulsión de la Universidad. Por lo que pasó 2 años en paro, antes de que le pudieran contratar en centros privados.   En otra publicación más reciente, analiza el trato dado a los vendeanos y ve analogías con el que les dieron a los judíos en la II GM.
En los estudios elaborados en pleno siglo XXI, se ha llegado  la conclusión de que las víctimas podrían haber sido unas 170.000 muertos, pero es algo poco fiable ante la ausencia de fuentes de confianza, ya que los archivos fueron “cuidadosamente” quemados por orden del Gobierno francés.
En febrero de 2007 se presentó en la Asamblea Nacional de Francia un proyecto de ley de reconocimiento del genocidio realizado en la Vendée, basado en la aportación del investigador Secher. 
No tengo noticias de que haya prosperado, porque este supuesto de genocidio no coincide plenamente con el definido en el vigente Código penal francés.
En fin, espero que os haya gustado, aunque confieso que me ha quedado un poco largo, pero no lo he podido acortar más.
Tampoco he querido dar más detalles acerca de los métodos que utilizaron los asesinos para llevar a cabo sus fechorías, porque me ha parecido de mal gusto.

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