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Avanza el aterrizaje suave en la elección de la JCE: Análisis de Juan Bolívar Díaz
                        
                        
Las declaraciones
 de los ministros de la presidencia Gustavo Montalvo y José Ramón 
Peralta marcaron esta semana la opción del gobierno por el “aterrizaje 
suave” en la elección de los titulares de la Junta Central Electoral 
(JCE), frenando los ímpetus de senadores y dirigentes partidistas que 
pregonan la  simple imposición del poder político. 
 Al caer la semana se daba por hecho en 
múltiples ámbitos políticos que el gobierno impulsaría un consenso para 
llevar al doctor Julio César Castaños Guzmán a la presidencia del 
organismo, acogiendo el reclamo de árbitros electorales independientes 
enarbolado por toda la oposición política y cada vez más amplios 
segmentos de la sociedad civil.
Lanzamiento de Montalvo
 Para el miércoles 2 estaba 
anunciada la decisión sobre la elección de los cinco nuevos titulares de
 la JCE en la Comisión Especial del Senado que en los últimos tres meses
 recibió y procesó los expedientes de 222 aspirantes a esos cargos, los 
cuales ya habrían sido reducidos a 60, y predominaba el discurso de que 
sólo los senadores tienen facultad para deliberar al respecto.

José Ramón Peralta
 Pero el martes 1 el diario HOY desplegó 
la opinión del ministro de la Presidencia, Gustavo Montalvo, quien 
expresó: “confío que la nueva JCE se conforme con personas idóneas, que 
tengan el perfil adecuado, que sean personas que no estén atadas a 
ningún compromiso de ninguna naturaleza, ni que respondan a partidos 
políticos o a grupos de presión”.
El “aterrizaje suave” del gobierno incluiría al doctor Santiago Sosa, quien fuera dirigente de Participación Ciudadana, y en los últimos años preside la Junta Electoral del Distrito Nacional. Suenan también Henry Mejía, vinculado al Partido Revolucionario Dominicano, el actual director del departamento de partidos políticos de la JCE, Guarino Cruz, la abogada y comunicadora Carmen Imbert Brugal
 La opinión cayó como bomba entre los más
 pugnaces del Senado y del partido de gobierno y en su inmensa legión de
 comunicadores, algunos con tantos ímpetus que dieron por hecho que la 
comisión propondría las ternas y se procedería de inmediato a la 
elección en la sesión previamente convocada para el miércoles, lo que no
 ocurrió, a lo que también contribuyó otra declaración, esta vez del 
ministro Administrativo de la Presidencia. 
 José Ramón Peralta, quien hace semanas 
era parte de la línea dura de la imposición y llegó a descalificar hasta
 los reclamos de la sociedad civil, avaló de inmediato a Montalvo, 
indicando que “La ley dice que lo mejor es que sean jueces sin 
vinculación política, independientes, y que si no hubiese 
independientes, que sea una junta equilibrada. Es lo que dice la ley y 
yo me acojo a lo que diga la Constitución”.
Una decisión del gobierno
 Sólo los fanáticos intentaron desconocer las señales del gobierno. Gustavo Montalvo y  Peralta son los dos funcionarios principales del presidente Danilo Medina, y  el primero ha sido catalogado como un  primer
 ministro, quien por demás es el más renuente a dar opiniones a la 
prensa, pero que junto a su equipo técnico-jurídico y político ha 
asumido decisiones importantes en cuestiones conflictivas, como fue el 
caso de la ley para amortiguar la sentencia de la  desnacionalización,
 la observación al código penal en el asunto del aborto terapéutico o la
 rectificación sobre los terrenos de Bahía de las Aguilas.

Representantes de los partidos de oposición
 La realidad es que el presidente Medina 
no ha sido indiferente en ningún caso, sino que ha dejado que “el equipo
 de Montalvo” cargue el peso de las cuestiones más conflictivas, sobre 
todo cuando hay choque de intereses al interior de su partido. Por su 
parte, Peralta encabezó la pelea por reducir el poder del expresidente 
Leonel Fernández para lograr la reforma de la Constitución que permitió 
la reelección del actual mandatario.
 Sería un error creer que el presidente 
ha capitulado o asumido por completo los reclamos de la oposición 
política y de la sociedad civil organizada. Más bien estaría tratando de
 neutralizarlos, haciendo concesiones. Aunque desde el inicio del debate
 sobre la JCE tras el anárquico resultado en que devino el resultado de 
las elecciones de mayo, empañando su amplia victoria, Danilo Medina 
habría comenzado a buscar distancia de la línea que proclamaba la 
ratificación de los actuales titulares, y se le atribuyó apoyar personas
 con mayor legitimidad y menos conflictividad. Roberto Rosario estaba 
descalificado antes que Estados Unidos le quitara las visas.
Reclamo que gana terreno
 El gobierno no puede ignorar el 
terreno que ha ganado la demanda de una JCE consensuada, con 
profesionales de experiencia, eficiencia, integridad e independencia de 
cualquier otro poder, logrando el apoyo de la Conferencia del 
Episcopado, (incluyendo el escepticismo expresado por el arzobispo 
Ozoria), de altos empresarios y medios de comunicación, y del mediador 
Agripino Núñez.  A ello ha 
contribuido la integración en un bloque de toda la oposición política y 
la constitución de la Iniciativa por la Institucionalidad Democrática 
(IDEM) que agrupa a unas 40 instituciones sociales y consorcios de 
organizaciones, desde las empresariales, y religiosas hasta las sociales
 y comunitarias.
 Ha ayudado también la coherencia con que
 los demandantes han sostenido su planteamiento de árbitros imparciales,
 y tanto los 12 partidos de oposición como las organizaciones sociales 
han sostenido un firme rechazo al reparto de puestos en la JCE, 
fomentando la institucionalidad democrática, libre de conflictos de  intereses.
 La declinación del doctor Eddy Olivares a ser reelecto en la JCE, por 
estar vinculado al principal partido de oposición, el PRM,  y la decisión de éste partido de someter a juicio  disciplinario a dos dirigentes que presentaron candidaturas, fueron elementos impactantes. 
 Varios documentos de esos partidos, 
incluyendo una carta esta semana al mediador Agripino Núñez Collado, 
constituyeron planteamientos de firme oposición y advertencias de 
dificultades de gobernabilidad en caso de que el PLD ratifique su 
control de los órganos arbitrales. Aunque desperdiciaron el escenario de
 mediación de Núñez Collado y no atendieron el llamado de la sociedad 
civil para mantenerlo.
La fórmula Castaños Guzmán 

Julio César Castaños Guzmán, candidato de consenso para presidir la JCE, según varias versiones
 Desde  mediados
 de la semana en diversos ámbitos políticos se barajaba la transacción 
gubernamental que promueve para la presidencia de la JCE al doctor Julio
 César Castaños Guzmán, portador de honorabilidad familiar, de espíritu 
conciliador y casi imposible de ser objetado por ningún sector político o
 social significativo. Actualmente primer sustituto del presidente de la
 Suprema Corte de Justicia, y presidente de su Sala Civil y Comercial, 
fue miembro de la JCE del  2002 al 2010, y la presidió en el período 2006-10, sin generar antagonismos con ningún sector. 
 Castaños no pasó por la evaluación de la comisión senatorial, pero con su récord  no
 la necesita y el pleno del Senado tiene facultad para escogerlo. Esta 
semana disertó sobre los desafíos de la democracia. Ha sonado también 
para presidente, con auspicios del sector que lidera Leonel Fernández, 
el exfiscal y actual juez José M. Hernández Peguero, considerado parcial
 por haber sido precandidato del PLD. Se mencionó también a Jorge 
Subero, quien presidió brevemente la JCE, antes de ser electo presidente
 de la Suprema Corte, pero habría sido objetado por el sector 
leonelista. 
 El “aterrizaje suave” del gobierno 
incluiría al doctor Santiago Sosa, quien fuera dirigente de 
Participación Ciudadana, y en los últimos años preside la Junta 
Electoral del Distrito Nacional. Suenan también Henry Mejía, vinculado 
al Partido Revolucionario Dominicano, el actual director del 
departamento de partidos políticos de la JCE, Guarino Cruz, la abogada y
 comunicadora Carmen Imbert Brugal, y los exmiembros de la JCE Luis 
Mora, Salvador Ramos y Rafaelina Peralta.
 De los actuales miembros, descartado 
Rosario y autoexcluido Eddy Olivares, se baraja a Rosario Graciano, 
quien llegó como dirigente del PLD, y al politólogo y abogado José Angel
 Aquino, el mejor técnico para dar continuidad, pero objetado por 
Roberto Rosario, quien lo llevó a la JCE pero no pudo doblegarlo. 
Rosario estaría promoviendo ante sus amigos del Senado a Mejía y a 
Ramos. Objeta a Graciano, quien en la evaluación lo habría acusado de 
personalizar la JCE, la que deja con déficit de mil millones de pesos.  

Roberto Rosario, actual presidente de la JCE
Urge concertación política
 Aunque no haya repartición en la 
JCE como plantea la oposición política y la sociedad civil, tendrá que 
mediar algún nivel de concertación, no sólo para la presidencia, sino 
también para los otros 4 titulares del organismo. La oposición señala el
 caso del Tribunal Superior Electoral donde llevaron de presidente a un 
honorable académico de la Universidad Madre y Maestra, Mariano 
Rodríguez, pero lo rodearon de jueces comprometidos políticamente que lo
 dejaron sin poder de decisión. 
 La concertación político-social, 
planteada por la IDEM, tendría el beneficio adicional de abrir acuerdos 
para integrar el Tribunal Electoral y la Cámara de Cuentas, lo que 
también es inminente, y crearía un nuevo escenario donde podrían 
replantearse los pendientes pactos eléctrico y fiscal. 
 Las perspectivas fiscales del gobierno, 
con un presupuesto altamente deficitario para el próximo año, y 
acabándosele la pista del endeudamiento, recomiendan transar en busca de
 gobernabilidad. Se cree que por lo menos un sector del gobierno lo 
entiende así, pero no  en los ámbitos del Partido de la Liberación Dominicana.- 
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