viernes, 11 de noviembre de 2016

La democracia no nace, se hace

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La democracia no nace, se hace

Desde que las “clases medias” se han visto afectadas por las medidas de reajuste del capital, para no perder competitividad frente a los “rusos” y los “dragones asiáticos” y para imponer el poder político corporativo siguiendo a la Escuela de Chicago, una especie de reformismo burgués ha empezado a ser televisado. No es así como se ha descrito a esa supuesta “primavera revolucionaria”, pero no vamos a dejarnos llevar por esta significación neo-romántica elaborada por la prensa socialdemócrata, entre la que podemos incluir a las redes sociales de masas. El lenguaje cinematográfico, con su capacidad de describir alienando el punto de vista del espectador y provocar emociones y conclusiones a partir de las vivencias y las reflexiones del protagonista, es el “lenguaje sublimado” con el que también la prensa y el entretenimiento, fuente principal de la conciencia colectiva, describen la realidad.
Que yo sepa, desde la Revolución Industrial capitalista, o más recientemente, desde que supuestamente terminó la II Guerra Mundial no ha dejado de haber conflictos sociales frente al pantagruelismo del capital por todo el planeta. Por supuesto, también en los territorios de la Unión Europea y del Reino de España. Sin embargo, parece que la revolución empezó en 2008 con una espontánea y sincronizada indignación planetaria. En el saco de esta indignación estupefacta el escepticismo político está igualmente motivado por la corrupción de los señoritos y las fuerzas vivas, como por el fracaso, cuando no connivencia de las “organizaciones de izquierdas”. Internet ha suplantado al espacio público, la marginalidad social ha sido sustituida por la marginalidad ideológica, y la política real, a semejanza de la economía, ha sido suplantada por la política especulativa. En ese “ágora-virtual” se enfrentan las significaciones políticas de siempre, pero sin mucha necesidad de referentes ni pruebas tangibles de las consecuencias reales de esos discursos. Su objetivo es crear disturbio diluyente y consentimiento, no la participación política real.
Así, los papeles quedan repartidos de esta manera. En el papel del feo, las reivindicaciones, los métodos y organizaciones socialistas. Como el malo, el protegido amigo traidor capitalismo-corrupto sucio y desvergonzadamente avaricioso y despiadado. Frente al guapo, limpio, bien educado, generoso, optimista, emocionalmente equilibrado, creativo, ecológico, justo, familiar, solidario, dialogante, culto, tántrico y trabajador productivo Estado de Bienestar y su comercio, protegido por un sheriff-capitalismo de baja intensidad (también conocido como “dinamización de la economía local o sustento de las PyMEs con dinero público”). La bella y pasiva sociedad, desconfiada de cualquier promesa sin un adelanto, espera el retorno triunfante del héroe, a quien se entregará por completo a cambio de que la proteja y le dé de todo.
Muchas organizaciones sociales, tanto de tipo asistencial paragubernamental como de escenificación de oposiciones proletarias, se han visto arrobadas por los destellos de la blanca dentadura de E.B. Están viviendo con fuerte afectación estupefacta las horas bajas del héroe. Frente a la pantalla, mordiendo el pañuelo, llevados por la montaña rusa de emociones, se le escapan sin querer algunos epítetos motivadores durante las escenas peligrosas: “democracia real ya”, “chorizos”, “el sistema es anti-yo”, “liberen al pequeño emprendedor”, “si quieres puedes”, “viva la venta de mi tía…"
Tal vez, si abandonaran su rol de expectantes espectadores y pasaran a la acción, darían salida a tanta agonía que les congestiona el pecho y el bajo vientre. Las organizaciones de base social podrían empezar ya a poner en práctica proyectos y modelos de gestión que hagan realidad sus reivindicaciones de democracia participativa y justicia social, más allá del verticalismo asistencial o la huerta jipi. Pero esto no va a pasar, porque realmente lo que les angustia es perder el estatus social, económico y moral del que hasta ahora han disfrutado.
En realidad, nuestra “sociedad” adolece de modales y objetivos sociales y democráticos. La rancia derecha y el capitalismo, incluso el paternalismo socialdemócrata, han hecho todos los esfuerzos posibles por socavar las instituciones sociales destinadas a la promoción, educación y fortalecimiento de las personas. Les conviene que seamos ignorantes, temerosos, emocionalmente inestables, económicamente serpientes, para domesticarnos, pastorearnos y ordeñarnos. Ahora, derecha y capitalismo, fomentan el escepticismo y el desapego a la política para poder imponer dictaduras, como en Grecia e Italia, con el consentimiento de la mayoría. (¿Cuándo Rajoy se termine de defenestrar, qué pasará?). Pues el desapego de la población por la política facilita la destrucción de la institución fundamental de la democracia, la ciudadanía. Y por tanto, el consentimiento ante la reinstauración del vasallato a las corporaciones mercantiles y mafiosas. Son el enemigo de la humanidad. Se creen dioses con derecho a divertirse jugando con los destinos de la naturaleza y las personas.
Pero la “izquierda” tampoco lo ha hecho bien. No sólo no basta con tener un enemigo malvado y una vanguardia patriarcal, sino que ha sido el motivo de su fracaso. Las vanguardias han tratado a la ciudadanía como masa, como rebaño proletario, pastoreándole con asistencialismo, poemarios lacrimosos y santorales revolucionarios. Así no se transmite la necesidad de construir sociedad como garantía de la libertad de las personas. Así no hay manera de distinguir socialismo de feudalismo tampoco.
La ciudadanía no nace, se hace. Para superar estas carencias es necesario que seamos conscientes de nuestras malcriadeces y proponernos adoptar unos hábitos sociales coherentes con nuestros valores de justicia social. Crear instituciones y propiciar culturas y hábitos honestos y eficaces contra las penurias de las personas. Para empezar, dirigir nuestra mirada hacia aquellos lugares que han pasado por esto antes y valorar aciertos y fracasos, estrategias aplicables, etc. Ver las posibilidades en las gentes y no en las instituciones de los poderes tradicionales. Integrar a todas las personas en un proceso formativo y de diagnóstico participativo sobre nuestras realidades a partir de herramientas de información, análisis y consenso. Una vez conscientes del orden de prioridades y de las posibilidades, elaborar estrategias y proyectos que mejoren las circunstancias y en los que cada persona tenga una función. Evaluar, planificar, actuar, evaluar, planificar, actuar… con toda la corresponsabilidad, coherencia, honestidad y acierto que se pueda. Sólo se requiere determinación, confianza, voluntad y disciplina personal. No es la renta y la propiedad las que hacen a la persona ciudadana, sino su compromiso consciente y activo con un proyecto colectivo que le respete y le dignifique.
Así, poco a poco, adquirir la fuerza y la madurez social necesaria para emanciparnos del paternalismo abusador y canalla del Estado capitalista socialdemócrata burgués y sus flirteos romántico-fascistoides, pues él ha alimentado a este monstruo capitalista que ahora no podemos sujetar.

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