martes, 1 de noviembre de 2016

La reina traicionada, Victoria Eugenia de Battenberg (1887-1969)

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lunes, 16 de mayo de 2016

La reina traicionada, Victoria Eugenia de Battenberg (1887-1969)

En 1968, con motivo del nacimiento del príncipe Felipe, una anciana Victoria Eugenia volvía a España después de 37 años de exilio. Atrás quedaba una vida de soledad e incomprensión como reina consorte de un país que no la aceptó y un rey que pasó de un amor apasionado hacia ella a distanciarse irremisiblemente. Su matrimonio empezó con un dramático atentado que no vaticinó nada bueno.

Victoria Eugenia Julia Ena de Battenberg, nacida en el Castillo de Balmoral el 24 de octubre de 1887, era nieta de la reina Victoria de Inglaterra. Conocida como la abuela de Europa, la reina Victoria educó a sus hijos y algunos de sus nietos en una estricta moral cortesana que harían de Ena una princesa de rígido carácter. Su espectacular belleza enamoró a Alfonso XIII nada más verla en una visita a Inglaterra en 1905. 

El rey de España estaba dispuesto a casarse con Victoria Eugenia a pesar de las muchas inconveniencias que suponía aquel matrimonio. La princesa inglesa era anglicana, no era noble y llevaba en su sangre la peligrosa herencia de la hemofilia. A esto se unía la animadversión de la reina madre, María Cristina de Habsburgo, quien habría querido para su hijo una mujer austriaca como ella. A pesar de las adversidades, Alfonso XIII comunicaba con un telegrama a su madre su firme decisión: “Me he comprometido con Ena. Abrazos. Alfonso”.

El primer escollo, el religioso, fue solventado con la abjuración de Victoria Eugenia del protestantismo, mientras su tío, el rey Eduardo VII le daba el tratamiento de Alteza Real. De la cuestión de la hemofilia, el rey no quiso oír ni hablar.




El matrimonio de Alfonso XIII y Victoria Eugenia no pudo empezar peor. El día de la boda sufrieron un terrible atentado a manos del anarquista Mateo Morral. A pesar de que la bomba que lanzó el atacante no dio de lleno en la carroza real, mató a varios de los miembros del séquito e hirió a muchos otros. La escena no podía ser más aterradora. Muertos y heridos alrededor de los monarcas. La reina, con todo el vestido ensangrentado, cuando su marido le dijo “es una bomba”, ella respondió serena, “ya me lo ha parecido. No importa. Te demostraré que sé comportarme como una reina”.




Pocos meses después de aquel dramático enlace, daba a luz a su primer hijo, que recibió el nombre de Alfonso. La sombra de la hemofilia apareció entonces con fuerza al descubrir que el pequeño había heredado la enfermedad. Alfonso XIII, quien al casarse con Ena era totalmente consciente de aquella posibilidad, aceptó muy mal la realidad culpando a la reina e iniciando un alejamiento de ella que se haría irreversible. El monarca se acercaba a la reina para concebir un nuevo príncipe o princesa mientras mantenía relaciones extraconyugales que sumieron en una terrible soledad a la reina. En junio de 1908 nació Jaime, un niño que tampoco trajo la alegría a su familia a causa de una terrible operación de oídos que le dejó sordo. Al año siguiente nacía Beatriz y en 1910 un bebé muerto, al que le seguiría una niña que recibió el nombre de María Cristina. Fue en 1913 cuando al fin nació el príncipe Juan quien, para alegría de todos no heredó la hemofilia. Tras él aun nacería Gonzalo, quien sí sufriría la terrible enfermedad. 




Triste y sola, Victoria Eugenia no recibió el cariño de la corte ni del pueblo, ni tan siquiera cuando demostró ser una reina solidaria que se volcó en realizar destacadas obras de caridad.

En su largo exilio, la reina vivió muchos años separada de Alfonso XIII, con quien se reencontró en 1938 en Roma con motivo del nacimiento del príncipe Juan Carlos. Tras la muerte de su marido en 1941, Victoria Eugenia se trasladó a vivir a Suiza donde moriría en 1969. Solamente volvió a España con motivo del nacimiento del que hoy es rey de España.

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